jueves, 17 de diciembre de 2009

...apenas retazos de la vida de una mujer de mediana edad...

… Si yo no estoy gorda, estoy hermosota, pero nada, no sirve de nada engañarse, dije que la haría y cuando tomo una decisión he de cumplirla, que haga también deporte me recomiendan, como si la hartaura de té verde no fuera suficiente.... Qué bien me vendría una palmera de chocolate…¡Nada, nada!, Hay que desechar los malos pensamientos…, pero que harta estoy del té verde, tanto té verde no puede ser bueno, si hasta estoy cogiendo un poco de color y me llaman “la hulk”, ¡Que mala leche tienen algunos!, ¡leche! que bien me vendría un vaso de leche con la palmera…¡Otra vez!, …así no hay quien pueda. Tengo una tristeza en el estomago… Estoy deseando llegar a casa…no por lo que me espera allí, si no por llegar, porque una no puede tener anhelos de llegar cuando sabe lo que le espera, tortilla de espinacas, arroz blanco y todo el té verde que pueda tomar…, es como si quisieran que explotara con tanto té verde…y encima una no tiene ayuda de nadie…, cuando me ven en el trabajo con el té me dicen que: ¿Cómo me enjuago tanto la boca con el licor del polo?… si ellos supieran lo que cuesta no abalanzarse sobre los donuts… Hoy me dijo Jesús que ya se me notaba la pérdida de volumen, y yo contesté que siempre había tenido el pelo lacio y lisito pero no se refería a eso y dijo que si me pusiera un vestido rojo parecería un arañazo… No tiene una, ayudas de nadie, encima de guasa…
Andaba yo por las calles soleadas de esta gran ciudad, con estos pensamientos filosoficos de altura…, volviendo del trabajo en la fábrica y con una mala leche que difícilmente serviría para hacer mantequilla. El madrugón y la enésima propuesta definitiva de adelgazamiento tenían en mi ánimo una influencia perversa y caminaba resuelta hacia mi casa, cuando lo vi, en un principio el bamboleo cadencioso no me resultó extraño, pero a medida que se acercaba el jovencito musculado, fue adquiriendo tintes sospechosos sobre la conveniencia de llevar una dieta tan estricta que me causaba visiones y a la vista de las visiones, mareos.
Lo que en la distancia me parecieron atributos masculinos, semejantes a mp3, riñoneras o vaya usted a saber qué. En la cercanía dejaron de parecerse y pasaron a serlo, ¡Qué manera más extraña de correr! ¡Con todo fuera!, lo que en el mar se podría llamar “fuera borda”. Pues para algunos (y algunas) es el motor de su vida...Después de sentir todo esto, mi rubor fue en aumento pues lejos de alejarse a la carrera aquel tipo sudoroso se dirigía a mí, primero me dio la impresión de que venía hacia a mí, y luego quedé francamente “impresionada” cuando se detuvo a unos pasos intentando sin conseguirlo que sus manos ocultaran parte de…, de “aquello”.
Era el hombre de unos treinta años, bien formado y con unas manos enormes, manos que podrían hacer malabares con un par de sandias pero que se mostraban insuficientes para cubrir…todo aquello. Llevaba una camiseta ajustada y unas mallas de corredor ajustadas, tan ajustadas que ante el empuje excesivo se rompieron por el punto más débil…, el que soportaba mas presión…justo en ese sitio se hicieron más holgadas.
Ante mis ojos atónitos y huidizos, pues yo nos los dejaba ir a sitio tan “evidente”, (pero sin conseguirlo) estaba aquel muchacho que se dirigió a mí en estos términos:
--Perdón que me presente así.., pero no tendrá unos imperdibles o algo con lo que pueda sujetar la malla.., que es que se me ha roto y mire como me veo…-- Dijo mientras se ponía de lado y trataba de ocultar tanto…poderío.
--Pues no, no llevo imperdibles pero estamos cerca de mi casa y si te esperas un poco te bajo un bañador de mi hijo…--Dije yo solidaria de los apuritos que estaba pasando el “presuroso”.
--Bueno se lo agradecería mucho porque me queda un rato hasta llegar a mí casa— Dijo acercándose a un árbol y abrazándolo, dando la impresión de algo que no sé si tiene nombre, pues hacerlo con animales se llama zoofilia, ¿pero con un árbol?, renuncio a buscar la palabra, si es que la hay…
--O si no…, aquí, a la vuelta, hay una tienda oriental y puede ser que allí tengan algo… --Dije yo acuciada por las dudas sobre lo conveniente de que un tipo en aquella tesitura me esperara en mi portal…
-- Si, como para entrar en un chino estoy yo, además no llevo dinero—Me dijo el pobre mientras yo pensaba en lo mismo…
--Bueno, también puedes hacer una cosa…-- En un nuevo intento de que todo “aquello” no se viniera conmigo…--Te quitas la camiseta y metes las piernas por las mangas, seguro que así podrás taparte… (yo no podría haberlo hecho…, hasta completar la dieta de té verde…)
Tragué saliva, no había acabado de decirlo cuando ya estaba manos a la obra, en realidad quitó las manos de la “obra” y se las puso en la camiseta y en un momento tenia puesta la camiseta como si fuera un calzón árabe, pues le llegaba la culera por las rodillas, pero al menos podía caminar de acuerdo a las más elementales reglas de la decencia.
--Muchas gracias, ha sido una buena idea – Dijo reiniciando la marcha, dejándome con la boca abierta, mientras le veía alejarse a toda velocidad, desafiando a las leyes de la física pues parecía un tipo corriendo mientras hacía el pino…
Y es que definitivamente la vida de una mujer de mediana edad…, es muy dura.

1 comentario:

  1. Perolo, la vida de una mujer de mediana edad puede ser muy dura como dices, pero en esas circunstancias no creo que otras cosas puedan ser tan duras, sobre todo las de ese hombre en ese ambiente, dura dura no podia estar, como mucho morcillona...vamos...que digo yo.

    Saludos manchegos

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