domingo, 14 de febrero de 2010

...de estar "por casa"



Hoy he estrenado zapatillas. Zapatillas de estar “por casa”. No son un tipo especial de zapatillas, no tienen suelas especiales, ni colores llamativos, no están diseñadas para dar patadas (en mi caso no sería necesario…), ni para hacer muchos kilómetros (tampoco sería necesario…), ni para ir rápido a algún sitio (excepto alguna vez si eso a la nevera…, o quizás al váter –después de la nevera…-) son zapatillas de estar “por casa”, nada más y nada menos.

Puede que alguien piense que es un regalo de enamorada, por otro lado demostraría lo poco enamorada que está de mí…, pero no, ha sido una coincidencia puramente casual como casi todas las coincidencias que se dan en mi vida, casualmente. El único hecho cierto por el cual hoy estrené estas zapatillas ha sido porque las otras se me caían de los pies, nada extraño por cierto pues es donde suelen estar las zapatillas es por eso que sería difícil que se cayeran de las manos…, Cuando estaba “por casa” y andaba de un sitio a otro me daba cuenta que cojeaba de la izquierda o bien de la derecha, …como en mí vida normal, sin una definición clara y rotunda, en un permanente centro, obsesión que rige los pensamientos de cualquier varón maduro que se precie: el centro…, y no voy a dar detalles…

Estar en casa con unas zapatillas de estar “por casa” es algo en lo que no reparamos a menudo…, es un ritual con el que se quiere desligar el mundo exterior, con la republica independiente de tu casa (¿donde habré visto yo esta tontá?), en realidad es una manera de desligar la arena, el barro y la suciedad del exterior para no extenderla en el interior. En el principio de los tiempos yo no tenía zapatillas para cada cosa, las mismas me acompañaban desde que abría el ojo hasta que descansaban a mi lado durante la noche, había más unión entre mi persona y las zapatillas no como ahora que llego a casa y ¡Ala!..Les soy infiel con las de estar “por casa”, al principio las dejaba en el armario de la cocina, pero ahora me esperan pacientes en la escalera de la terraza…como si no quisiera verlas, como si el vinculo que me une al exterior me recordara que ahí fuera está el peligro y no quisiera afrontarlo… ¡joer que cosas se me ocurren…!

Estas zapatillas de estar “por casa” se me sujetan en los pies, me abrigan y protegen por eso les doy la bienvenida a esta su casa….al menos hasta que se me caigan…