lunes, 25 de julio de 2011

¡Coge más, coge más!

Debido a que recientemente he tenido que interesarme por las costumbres de sitios muy lejanos, llegó a mi conocimiento (bastante escaso de por si....) que en cierto sitio de Europa se acostumbra a decir una sola vez las cosas; de manera que si te preguntan que si quieres otro plato de lentejas y dices que no, es que, no; y no insisten, no como en Extremadura que es costumbre insistir varias veces..., sobre todo si son lentejas..., pues con el cordero no pasa lo mismo..., bueno, si, también se insiste..., pero menos....

Pues este dato que enriqueció mi experiencia vital, ya de por sí exigua..., me trajo otra que me ocurrió en Extremadura, y que ilustra como pocas podrían hacerlo la costumbre de insistir y de hacerlo la mayoría de las veces con la vana esperanza de que no le hagan caso a uno....

En una de mis estancias estivales en tierras Extremeñas, pude saludar a un pariente..., los lazos que nos unen no importan pues además de carecer de solidez no son particularmente reseñables....pero era mi primo. Estaba apoyado en un formidable muro de piedra, al resguardo del sol, lógicamente en la sombra, una apacible mañana de agosto en la que a las nueve y media ya es temeridad ponerse al sol más de lo que el buen juicio aconseja y pasó mi pariente por la misma calle intentando cubrirse como yo del picajoso sol que con fuerza anunciaba un día de los de ¡Valgame el cielo...!

-Buenos días, primo- Me dijo, poniéndose una mano delante para evitar que el astro rey le dejara ciego en un descuido.

-Buenos días, ¿De ande vienes tan tempranoooo...? -conteste yo, de mala manera, pues debe ser una especie de mecanismo el que nos induce a mimetizarnos con el medio, pues yo de toda la vida he dicho: ¿De donde vienes...? y nunca he añadido más vocales que las estrictamente necesarias a mi imprescindible necesidad de comunicación. Pues eso, que sin saber como ni porque estaba intentando imitar a mi primo en vez de hablar como toda la vida..., y encima haciéndolo mal porque el habla rotundo y con gracia de nuestra tierra o sale, o no sale, pero si se fuerza, parece que se están cachondeando de uno....

-Pues mira de dar una vueltina, y me he encontrao a tio Caguin y me ha dao unos higos que estaba cogiendo- dijo mi primo abriendo una bolsa de plástico que llevaba y mostrándome el contenido.

-Pos si que tienen buena pinta...- Insistiendo..., si yo siempre digo “Pues”...- Con lo que me gustan a mí los higos...- dije tirando la caña...

-Pos no sé paqué se los he cogio, bueno si que lo sé; por no discutir con él, porque tengo yo dos higueras en mi patio que están que se vienen abajo...y esos si que son higoooos, cuando quieras vas a coger unos pocos que los pruebes..., esos si que son higos.- Dijo mi pariente apoyándose en el muro, quizás buscando el poco frescor que albergaban aun las piedras...

¿Pues no sé...? ...porque estos tienen una pinta...-Lo que hizo falta que dijera...otra cosa, no, pero dudar de una verdad que te están diciendo es como mentarle a uno la madre...

-Tú vete dentro un rato, que ya estará la mujer levantá y la dices que vas a recoger unos pocos que yo tengo que ir a hacer unos recaos y no voy a estar en toa la mañana, y coges los que quieras.

Pues uno que no tiene mucho que hacer en esos días de estival asueto, valoré el plan para pasar la mañana que me proponían y conseguí..., no sin esfuerzo..., vencer mi natural timidez y después de coger dos bolsas llamar a la puerta de mi primo.

-Buenos días, Rosa, que me ha dicho el pariente que me pasara por aquí y que cogiera unos higos de los del patio..., que me iba a enterar de lo que es bueno, que ya estarías levantá...- dije del tirón si darme cuenta de lo bocazas que soy la mayoría de las veces...


Amos, levantá, dice..., pues no llevo yo ya dando patás por la casa que casi lo tengo to hecho..., la comia me quea ná más..., este hombre...encima que no ayua en ná, no hace na más que hablar excusao..., el joio insignificante....- Empezando a darme cuenta de la magnitud del error...

Me hizo pasar apartando la cortina de canutillos verdes que trataba de impedír que pasaran las moscas, pero que no lo lograban ni con las moscas, ni con los moscones.... - ¡Mira, mira que higos! súbete ahí y coge tos los que quieras que este no se los va a comer en to el verano...que tiene una joia ansia....

Y yo que no puedo hacer caso omiso a ninguna orden hecha por ninguna mujer de la comarca...me subí al taburete y empecé a coger los higos más gordos y con el color verde más bonito que había visto jamás, y que desgraciadamente creo no volveré a ver..., digo empecé porque después de un rato ya cogía hasta los chiquinios... La cuestión es que cuando llevaba cogidos una generosa ración hice ademán de bajarme y dije tímidamente: -Bueno pues yo creo que con estos para probarlos ya tengo...- mientras Rosa se giraba y miraba la bolsa.

-¿Que dices...? Amos no cuentes chistes..., coge ahí higos que este no se los come y cuando volvamos a venir están todos en el suelo... Dijo si dejarme lugar a resistencia alguna..., así es que volví a coger más higos... parándome y mirándola de vez en cuando, sin que en ningún momento dejara de repetirme: ¡Coge más, coge más!

Hasta que no tuve las dos bolsas llenas de los mejores higos que he visto y probado nunca, Rosa no dejó de insistir en que cogiera más, creo yo que no le perdonaba a mi pariente el poco reconocimiento a la sacrificada labor hogareña que realizaba ella todos los días...al parecer después de las nueve y media...según algunas fuentes....poco creíbles.

Pues nada, me baje del taburete y cogí las dos bolsas: y de nuevo apartó Rosa la cortina de canutillos, facilitando la salida del moscón, esta vez cargado hasta arriba. -Toma unos pocos Rosa, que yo no quiero tantos.., - Sin poder evitar que me creciera un poco la nariz....

-Que he dicho que no..., si este coge alguno cuando se acuerda y los demás se acaban estropeando....- Dijo mientras me daba empujones para que me fuera con el preciado tesoro.

Pues buscando la poca sombra que las casas de la comarca regalan a estas alturas del verano, me fuí con un pasino detrás de otro y al doblar la esquina tuve la mala suerte...(quiero decir la fortuna...) la buena fortuna.., de encontrarme con mi pariente, al que ó bien se le habían dado muy bien los recados que debía hacer o que (Sería lo más probable...) la joia ansia por los higos me había ocupado demasiado y yo bien creo que era esto último...

-Muy buenas..., -pude decir venciendo mi instinto de esconder los higos detrás mio, como si fueran la prueba del delito..., y yo bien creo que algo de delito había.

Mi pariente, a la vez que primo mío..., empezó sonriendo, pero a medida que fue viendo las dos bolsas hasta arriba de higos se le puso una cara como de contrariedad, que no sabría explicar...Miró a tio Cagüin que estaba junto a él con un platao de higos, (imagino yo que de otra higuera, porque la de mi primo se había quedado para pocos trotes...) Y señalándome a mi dio un golpe de cabeza en mí dirección.

-Que le parece tío Cagüin, como afina aquí el pariente, que le digo que vaya a por unos poquinos de higos y apoco se trae hasta la higuera...- dijo mi primo a tío Cagüin, pero dada la exacerbada sagacidad que me caracteriza, yo creo que lo decía por mí.

Nooo, pos dejalo que como se los coma tos no caga arena...!--Dijo esto como intentando ayudar...,bastante poco... por cierto.

-¡No, si es Rosa que ha insistido tanto....,! Vamos que no me dejaba venir con unos pocos..na más – empece a imitar por ver si servia de algo, pero yo creo que no....-- Toma llevate esta bolsa y por lo menos te ahorras el trabajo de cogerlos...

-¡Amos anda, si los has cogio tú, tu te los comes..., Ahora que como no te los comas la vamos a tener...--Yo creo que era broma porque se estaba riendo, no se si por la broma o porque se imaginaba que me los comería todos...con las consecuencias lógicas de un atracón de higos...

-Cómo dijiste que los tuyos eran tan buenos que no tenían ni punto de comparación ni con los de Tio Cagüin...- Y me fuí calle alante sin preocuparme de la sombra ni de ná..., eso sí atrás los dejé tratando de demostrar que cada uno poseía los mejores higos que una higuera pudiera dar, y a fe mía que comiéndolos con moderación, los de mi pariente me hicieron muy feliz..., si señor, muy feliz.

-¡Coge más. Coge más!---¿Joer, en que quedamos?