jueves, 9 de octubre de 2008

DIAGNOSTICO MECANICO EQUIVOCADO (para SJV)


foto de robert, en flickr



¡Cuánto me gustaba conducir!, ¡cuánto me gustaban los coches!, estaba todo el día pensando en lo bonito que sería tener independencia para ir a este sitio o al otro, tener un pequeño espacio en el mundo donde el amo y señor fuera yo y solo yo, por eso cuando me dieron el carnet de conducir, invité a mis amigos a dar una vuelta en aquel Renault ocho de mi padre. Me sentí por primera vez un tipo importante (lo cual no ha vuelto a suceder, por cierto), por entonces con dieciocho años te podían perdonar que estuvieras por “estrenarte”, pero que no tuvieras coche era señal de que ocupabas un espacio sin importancia en este jodido mundo.
Así es que allí estaba yo, con mi carnet recién sacado y mis cuatro amigos “el Joaquín” con su novia de entonces…que se convirtió en su mujer para toda la vida… para toda la vida hasta que se divorciaron… pero esta es otra historia más jocosa si cabe pero no tan divertida…
--¿Porque no vamos al pueblo de “al lao” y nos tomamos unas coca-colas con hielos?—Era la forma que tenia Joaquín de decir “cubatas” pero estaba por entonces en una de sus rachas ocurrentes y no dejaba de decir tonterías. A mí no me gustó tanto la idea de gastar gasolina, yo pensaba en una vueltecita por el pueblo, pero no podía dejar que pensaran que era un joio tacaño ¿o quizás si?, el caso es que había que ver mi Renault ocho, espatarrao de las ruedas de atrás, con los tapacubos brillando, y en el salpicadero trescientos llaveros colgando de una barandillita cromada y un San Cristóbal con la foto de familia numerosa diciéndome: -- ¡A ver que haces insignificante!--
Llegamos al pueblo de al lado con las ventanillas corridas, no bajadas, las de delante bajadas y las de atrás corridas, con el codo apoyao en la ventanilla y las gafotas de sol…, parecíamos el Equipo A, hasta Joaquín parecía míster T pues siempre fue moreno y aunque no llevaba tantas joyas si llevaba un cordón de oro (que no era de oro) que brillaba como el sol de Alcollarín en el mes de agosto a las doce del mediodía, además del paquete de tabaco metido en la manga de la camiseta, todo un Dandy…
--Espera, que me bajo y te indico—Me dijo Joaquín dándome una palmada cariñosa en el cogote y saltando del coche ágilmente como un elefante tirándose de un Smart -- ¡Dale, dale, dale!— decía mientras movía alegremente su manita derecha. Y naturalmente le di. Aquello sonó como el alivio momentáneo después de la ingesta de cuatro platos de judías y una botella de dos litros de Coca-cola, o sea una bestialidad, las cabezas dentro de aquel Francés se movieron al unisono y a la vez bajamos todos del “espatarrao” y el Joaquín medio riéndose medio protegiéndose la cabeza dijo: --Joer macho como tiras tan deprisa…—Yo envuelto en un mar de sudores fríos y calores no dejaba de pensar en lo corta de mi vida como conductor, pues sin duda alguna después de ver los daños colaterales mi padre suspendería mi meteórica carrera de piloto.
--¡Vámonos, vámonos!-- acerté a decir preso de los nervios.
--¿Pero, “ande “vamos a ir, si la noche es joven y no nos hemos bebido nada con cubitos de hielo?—Decía Joaquín agarrado al cuello de su novia mientras a duras penas podía contener la risa…
--¡Vale, tú y tú os quedáis, se han acabado los cinco duros el que quiera que suba y el que no que se quede!—Dije tajante sin lugar a duda alguna.
--¿Qué culpa tiene nadie que no hallas visto el pedazo monolito que hay en medio de la plaza y le hallas dado un “zurrio”, que menos mal que no están los de Patrimonio Nacional…?—Me estaba poniendo nervioso muy nervioso…, pero subieron todos ordenadamente.
Entonces al sentarme en el asiento, comprobé que los daños no eran solo un leve raspón en la trasera del espatarrao acompañado de un bollo pero no de los de comer , sino que el golpe había desplazado la caja de cambios y toda la maquinaria se había ido hacia adelante…Entonces si que me entraron sudores fríos… incluso noté como los pies se me hacían pequeños dentro de los zapatos…
Durante el camino de regreso Joaquín no dejo de introducirle la palma… quiero decir meterle mano a su novia, que es que a veces me quiero poner tan fino…, y yo no dejaba de pensar que cuando mi padre viera aquello también me iba a meter mano pero de manera menos placentera, allí iba a ver andanadas de ostias (como dijera el gran Marquiñas).
Desembarcamos todos del espatarrao y pese a lo que pueda parecer el seguía espatarrao, no era algo que se le pasara con la descarga…
Casualmente estaba mi padre en el bar vaciando unos botellines, cuando vio como llegaba su coche repleto de juventud y alegría, se nos quedó a todos una cara muy larga cuando se acercó a hacernos los honores.
--¡Vaya, ya llegó el autobús de las seis y media!—dijo mientras yo le miraba la mano que mecía la cuna y que irremediablemente me iba a mecer la cara por cenutrio...
--Papa, le he” dao“un golpecito atrás, pero casi no se nota…como está debajo del parachoques…, lo único…-- Interrumpí mi discurso mientras le acompañaba a la zona cero, como queriendo que asimilara tanta información… y tan negativa.
--Esto no es ná, nada que no se pueda arreglar con dos meses sin conducir el coche…--Esto si que me dolió…, bueno, ¡no!, me dolió más imaginarme las guantas que me iba a dar delante de todo el mundo…
--Lo único, papa es que al darle el golpe se ha debido desplazar la caja de cambios, porque yo noto todo desplazado hacia adelante y debe ser por efecto del golpe atrás que se ha ido “palante” el eje y todo el motor…-- Interrumpió mi diagnostico mecánico levantando la mano, no sin un evidente mosqueo por mi parte y se metió en el coche.
Empezó a reírse a carcajadas mientras todos mirábamos como se bajaba de nuevo, mientras pensaba que encima era cruel, muy cruel.
--Con que se ha desplazado la caja de cambios.., -- Repetía sin dejar de reír mientras los demás se reían nerviosamente esperando igual que yo las dos guantas.—Serás mameluco, con el golpecito lo que se ha echado para atrás ha sido el ASIENTO, ¡insignificante!—Anda llévate el autobús y ten cuidado porque la próxima vez te quedas sin coche..
Subidos todos de nuevo en el coche en busca de los cubitos de hielos, paré y poniéndome serio grité: ¡No quiero ni un cachondeito… que os vais andando! Y entonces fue cuando empezaron a reírse…
Nunca tuve un carácter fuerte…así me va.
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