sábado, 1 de noviembre de 2008

GARBANCITO NEGRO

Era una bonita tarde de aquel otoño, raro y dudoso, pues unos días eran fieros y con arrebatador frio y el día siguiente lucia un anaranjado sol calentando hasta el crepúsculo, aquella tarde caminaba absorto en la música que los cascos hacían llegar a mi confundido cerebro, veía pasar a niños camino de su casa después de una tarde en el colegio olvidado ya el sopor de la sobremesa y recobrado el ímpetu y las energías que les hacían presagiar una tarde de juegos y diversión, cuando una algarabía de voces en el idioma canino hizo que elevara la vista y viera allí, en la terraza del primer piso a tres perritos uno negro y dos blancos, allí asomados daban ejemplo de convivencia y tolerancia sin mostrarse entre ellos ningún extraño rencor, los tres estaban recluidos en la terraza y hacían saber al mundo con sus ladridos que aquello era injusto, el devenir de humanos de todos los tamaños con rostros anhelantes de juegos les producía una inquietud que solo podían expresar ladrando a todo lo que se movía, el perro negro era el más atrevido y en su afán no veía el peligro de ponerse tan dicharachero en su oratoria; de repente perdió las manos y cayó entre los ladridos de sus compañeros y los gritos de asombro de algún niño sorprendido por ver llover perritos del cielo.
A pesar de caer desde un primero, la distancia al suelo era grande para tirarse asi, alegremente. El perro negro dió un costalazo considerable contra la cuadriculada acera y después de unos momentos de dudas se incorporó como si no entendiera como es que estaba allí abajo, deseándolo como lo deseaba después de toda una tarde ansiando que lo bajaran a la calle, sus compañeros no paraban de ladrar no se sabe si deseando acompañarle o burlándose de su infortunio, el pobre miraba a todos lados temeroso de hallarse sin la protección que le brindaba la atalaya y yo venciendo el ancestral repeluco que me dan los animales vivos lo sujete durante unos minutos y juro que hasta lo acaricié, pasado un tiempo bajo una niña de unos ocho años gritando: ¡Peca, peca! Y entendí que aquel era el nombre de aquella bella dama y me aventuré a pensar en los motivos de aquel nombre; decidí que no sería una incitación al pecado sino más bien la certeza de que el color negro que cubría su pelaje a diferencia de sus hermanos les hizo elegir este nombre pues era una gran peca la que cubría todo su cuerpo.
¡Nena, aquí! –grité llamando la atención de aquella colegiala que había echado en falta la presencia del garbanzo oscuro que faltaba de la olla, perdón de la terraza. La niña se acercó rápidamente y cogiendo el perro de mis brazos me dio las gracias y gritando al perro le dijo:
¡Mira que te lo hemos dicho, un día te vas a caer, niña mala!---mientras se alejaba camino del portal para devolver el garbanzo a la olla, desapareciendo de mi vida aquella dama caída del cielo.
De vez en cuando me obligo a pasar por allí con el deseo de contemplar, aquella agitación y algarabía y he de decir que me asombra hasta qué punto los animales aprenden de sus errores, pues desde aquel día, siempre que paso por allí mi amiga “Peca”, permanece en un tercer plano dejando que sean los demás los que corran con el dudoso gusto de llevar “la voz cantante”, ella ya no se acerca tanto al borde de la terraza, se muestra más comedida en sus paseos por la barandilla y ve pasar la vida de una manera más altiva y tranquila con la certeza que dá la experiencia de saber que no merece la pena partirse el cuello ni llevarse un costalazo en las costillas por demostrar no se sabe qué cosa, yo la miro y ella me mira y no sé pero yo creo descubrir un leve atisbo de conocimiento y la complicidad de saber un secreto que los demás no alcanza a entender, caerse desde un primero hace daño, mucho daño.

2 comentarios:

  1. Muy tierno tu comentario sobre el "LUNAR" que no Hera una luna, si no algo tan negro, como lo son algunas veces (por suerte las menos, no te vallas tu a pensar) mis pensamientos y como forma de complacencia de tu visita, a esas mis "cosas". Te dejo este regalo, que espero te guste y saques la punta que necesita, hale… ay va;

    Intentemos imitarlos, tenemos tanto que aprender.

    Nunca dejes pasar la oportunidad de salir de paseo.
    Experimenta la sensación del aire fresco y del viento en tu rostro por puro placer.
    Cuando alguien que amas se aproxima, corre a saludarlo.
    Cuando hubiera necesidad, practica la obediencia.
    Advierte a los otros cuando estén invadiendo tu territorio.
    Siempre que puedas, duerme una siesta y desperézate al levantar.
    Corre, salta y juega a diario.
    Come con gusto y entusiasmo pero para, cuando estés satisfecho.
    Se leal, siempre.
    Nunca pretendas ser algo que no eres.
    Si lo que deseas está enterrado, cava hasta encontrarlo.
    Cuando alguien esté pasando un mal día, quédate en silencio,
    Siéntate próximo a él y, gentilmente, intenta agradarlo.
    Cuando llames la atención, deja que alguien te acaricie.
    Evita morder cuando apenas un gruñido podría resolverlo.
    En días templados recuéstate de espaldas sobre la hierba.
    En días calurosos, bebe mucha agua y descansa bajo un árbol frondoso.
    Cuando estés feliz, baila y sacude todo el cuerpo.
    No importa cuantas veces te censuren, no asumas culpas que no tengas
    Y no te pongas mal...corre inmediatamente de vuelta hacia tus amigos.
    Alégrate con el simple placer de una caminata.
    Se feliz con tu VIDA DE PERRO.
    Como siempre y como no podría ser de otra forma con cariño, PEDRO,
    Con mucho…cariño.

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  2. Cada vez me sorprendes más. Continua así.
    Tío Calambres.

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