lunes, 5 de octubre de 2009

DESDE EL CIELO TE ECHARAN UNA MANO (incluso varias)



En estos tiempos convulsos en los que la honradez y la honestidad son valores en alza; no porque sean apreciados, si no porque se elevan y elevan de manera tal que son difícilmente alcanzables. En estos tiempos decía en que ser concejal de urbanismo o promotor inmobiliario es señal inequívoca de “moral distraída”, me viene, no sin esfuerzo, al saco (por tamaño, no por textura…) de los recuerdos los tiempos en que robar era algo romántico, emocionante y arriesgado. Pero hay que remontarse tanto atrás que he de trasladarme a mi niñez y eso ya va siendo tarea ardua y laboriosa. Aunque como le oí decir a alguien: Volver a los orígenes, no es retroceder.


El de "Angelillo" desapareció, pero se parecia a este.


Éramos el Jerry y yo uña y carne y entre ambos (como era habitual por entonces…) mucha porquería; salvo el sábado en el que al menos en mi casa era por imperativo legal obligatoria la desinfección, pues aquello parecía más la fumigación de un campo que un placentero y reparador baño.

Era el Jerry por aquel tiempo un tipo temerario, al que cualquier signo de autoridad y orden establecido, le traía al pairo, no es que fuera especialmente dañino pero tenía un sentido que le llevaba siempre a explorar el límite de cualquier cosa y algunas veces (la mayoría) pasaba ampliamente ese límite y debía arrostrar las consecuencias.

Había por aquel tiempo un kiosco de chucherías, tabaco e incluso algunas revistas que el “destape” trajo a nuestros ojos de manera tan poco recatada y obscena que se nos erizaban los pelos y alguna que otra cosa más, …pero poco.

Aquel antro de perversión estaba regentado por un tipo menudo y digo bien porque…¡ menudo era el tipo…! Se lavaba menos que el resto de mortales, que aquello ya era difícilmente asumible y usaba a modo de perfume, grandes dosis de eau de parfum “El castillo de Gredos”, que venía en un frasco enorme de un litro y como tapón un sombrerito de plástico lacrado con un poco de aluminio. Olía a vino quiero decir, era tal su afición por aquel perfume, que en cuanto reunía el más mínimo ingreso se acercaba a la bodega, perdón perfumería y se hacía con un nuevo frasco.

Angelillo era un tipo desastrado, siempre con barba de tres días o incluso cuatro, nunca se le veía afeitado y mucho menos en orden de revista salvo el orden en el que ponía las suyas por el tamaño de las te…, por el tamaño. Tenía una paciencia infinita pues a menudo (Muy a menudo no) se juntaba su clientela y experimentábamos el grado de aguante de aquel ser.

--Una coca cola, un chicle bazooka, dos regalices rojos y una bolsa de gusanitos—Todo esto dicho entre un ¡HUUUUMMM! y otro, probando la infinita paciencia de aquel precursor de Miguel Bosé (Por la barba de tres días)

Angelillo tenía la costumbre de echar una cabezadita en el interior de su Kiosco verde de chapa, que al resguardo de los grandes pinos debía de ser un lugar fresquito…, lástima que allí no hubiera pino alguno e hiciera un calor del demonio, pero el contaba con los beneficios terapéuticos del perfume Castillo de Gredos que además de oloroso era soporífero y encerrado entre chapas se abandonaba en la tarea de dejar crecer un poco más la barba, durante un par de horas. Allí al resguardo de su kiosco dormitaba las horas de la siesta con el difícil anhelo de que numerosos clientes le proporcionaran algo con lo que ir a perfumarse. Apoyaba los brazos delante del ventanuco y allí permanecía alerta todo el tiempo…, alerta, alerta, depende…, depende de lo alerta que le permitiera estar el “perfume”.


Joaquín había ideado un plan que no podía fallar, como casi todo lo que le fallaba. Consistía aquel descabellado asunto en esperar el más placentero sueño que Morfeo y Baco pudiera conceder a Angelillo y entonces echar mano de todo lo que estuviera a mano y así hacer un poco más de sitio para que pudiera extender sus cortas piernas quitando algunas mercancías que no le dejaban descansar a gusto.

El fin del asunto no era malo ni el objetivo tampoco, bien mirado era mirar por el bien ajeno, loable objeto el de convertir este en propio, pero sin que el ajeno lo supiera.

Joaquín nos participó de su plan y a pesar de las pegas que le pusimos la principal era que nuestras pegas eran muy diferentes de las pegás que daba Angelillo…, todos los que conocíamos el mal carácter de Angelillo se lo advertimos con vehemencia, pero insistió tanto que no pudimos por menos que rezar un par de oraciones por el descanso de su alma cosa no que no apreció en su justo término.

Caminamos junto a él, intentando disuadirle hasta que llegados a una prudente distancia nos hizo callar con ademanes más propios de formación castrense que de la escasa formación que tenía. Joaquín se acercó sigiloso luego de mirar durante unos minutos cómo Angelillo daba unas tarascas propias de alguien con afán de partirse el cuello más que de personas con necesidad de sucumbir plácidamente a un reparador sueño. Pasados unos minutos de lucha, Angelillo cayó con la cabeza entre sus brazos, y también calló porque el leve murmullo que salía de sus labios dejó de oírse.

Joaquín entonces con movimientos felinos se aproximó a la ratonera, (perdón, ventanita) y como pudo metió la mano y por encima de la cabeza que descansaba a escasos centímetros de él, fue cogiendo lo que pudo, que en esto de la sustracción no se le puede hacer ascos a nada y aquí no le salía ningún ¡Hummm! Ni duda alguna…, trincaba de todo, chicles, regalices, más chicles, más regalices y hasta algún paquete de tabaco…

Pero pasó lo que debía pasar, como en casi todos los planes del Jerry (Joaquín en inglés); y Angelillo resucitó de repente, pues se conoce que no debía tener suficiente anestesia y en no habiendo para él decidió anestesiar a su mejor cliente, le cogió de uno de sus brazos y tirando de él le dejo atrapado en la ratonera de manera que no podía pasar el otro brazo, dejando a merced de Angelillo aquel rostro que tanta cara demostró tener…Entre cristales se veía a Joaquín mirando por los lados en busca de alguien que le echara una mano…, y eso es lo que acudía una y otra vez a su cara, una mano, la de Angelillo, que demostró que el alcohol no merma los reflejos, si no que los aumenta, al menos en la misma medida que la cara de Joaquín que se estaba poniendo roja y además hinchada. Angelillo ya preso de la excitación…, o más bien del cansancio por el ejercicio empezó a acusar el agotamiento y se espaciaron un poco las manos que le echaba a Joaquín y este pudo decir algo como que tenia dinero y que todo era fruto de un lamentable error, fue entonces y solo entonces cuando Angelillo cesó en el castigo y pudo aprovechar Joaquín para salir corriendo, sin cogernos a los demás porque los demás ya habíamos cogido ventaja pues salimos a correr muchísimo antes, luego nos reprochaba la falta de compañerismo y los demás le recordábamos su falta de juicio, mientras masticaba un chicle, único trofeo alcanzado por el esfuerzo y dedicación empleados en que Angelillo ejercitara su mano diestra.

Falta de juicio…, por la locura y porque era lo que se merecía, un juicio, lo que nos pudimos reír aquel día…, menos Joaquín y Angelillo que se quedaron con un disgusto ambos….dos.

2 comentarios:

  1. Hola perolo, magnífico el partido que le sacas a esta historia y bonita foto la que nos pones para ilustrar el relato, supongo que el dueño del kiosco hubiera hecho lo mismo que el Angelillo le hizo al Jerry si pilla al que le grafiteó el kiosco.
    Felicidades y espero que nos sigas contando cosas del Jerry, porque a pesar de todo supongo que seguiría haciendo de las suyas.

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  2. Hola Guijarrito, ¡Anda ya!, ¡...dice que bonita la foto...! la foto es una castaña y el kiosco igual, no sé como nos dejaban ir a comprar allí con el Angelillo "suando" como un bejino, y sin un envoltorio individual para los regalices...

    El Jerry sigue aun haciendo de las suyas la ultima esta ya casi lista, en cuanto pueda la pongo.

    Bueno, que tengas una abundante vendimia en cantidad y calidad...(no como otros..., que no saben que hacer para no compartir...el producto de sus bodegas...jejeje).

    AAAAAAAAAAaadios.

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