lunes, 26 de octubre de 2009

UNA TORPEZA



Hace poco cometí una torpeza, en realidad cometo tantas que siempre hace poco que cometí una torpeza, a veces uno no es consciente de las limitaciones que tiene y en mi caso nunca soy consciente de lo limitadas que son mis “limitaciones”. Es lo único claro en mis límites.
Por eso…, cuando el tipo que vive en mi casa y que se come casi una pechuga de pavo de una “sentá”, me dijo:
-¡A ver quién llega antes al kiosco!—Sin respetar un tiempo mínimo para procesar tanta información y que mi cerebro supiera que estábamos compitiendo, ya no hay caballeros…. Por eso decía, di un brinquito y pasó lo que tenía que pasar…
Decidí que podía hacer frente al reto, e intenté correr para ver si le alcanzaba e incluso superarle, pero se ve que no.., mi mente se adelantó tanto a mis pies que me vi con la cabeza por delante y sin tener los pies donde debían estar, consecuencia: Una “pedazo ostia” de campeonato…, de las que ganan cualquier campeonato, …por ir concretando.
Es curioso que pensé que debía ser una ostia considerable pues si bien no vi mi vida pasar a cámara lenta , como dicen que pasa momentos antes de la muerte.., si que vi a muy lenta velocidad como las baldosas grises se acercaban de una manera sospechosamente rápida a mi persona, noté el golpe, noté el raspón en los codos, noté el tripazo…, noté.., noté.
¡No, te dije que estas muy torpe…! --Me dijo la que duerme a mi lado, medio riéndose…, no, medio riéndose no, partida de risa. --¡Ay, ay que costalazo se ha “dao”!—Le oí decir mientras ponía de nuevo mi cuerpo en posición vertical a una velocidad tan rápida que parecía mentira que me hubiera caído salvo por los raspones que tenía en los codos por los pastos de los pantalones y por un gran redondel de polvo y tierra que circundaba mis abdominales…, vale mi tripita…, bueno…, mi tripa. (Y no cedo más…). Parecía emerger del derrumbe de las torres gemelas, jamás me vi en polvo tan grande…, ni desgraciadamente me veré…, es certeza.., lo sé.
Mientras revisaba mis codos y me volvía hacía el lugar del crimen, más que nada para ver el tronco que me habían puesto en los pies…, pero sin ver más que briznas y un gran rodal que debía ser donde tomé tierra (por cierto, hasta hartarme). La que duerme a mi lado y madre a su vez del que se come una pechuga de pavo de una “sentá” me gritó:
-¡Pero sacúdete!- Y como si esto fuera poco, decía:
-¿Hay que ver cómo te has puesto..?—y levantaba aun más la voz.
-¡No dais más que trabajo!—y volvía a sacudirme y gritar.
-¡Sacúdete, que estás loao!. Y yo me preguntaba si quería limpiarme o quizás pretendía rematarme en vista de que la “pedazo ostia” no había podido conmigo…
El tío que se come media pechuga de pavo de una “sentá”, no paraba de reírse, y me dio por pensar que no gané con el cambio, dejar irse al niño que fúe un día y quedarme con el tio que vive en casa y que se come una pechuga de pavo de una sentá…, fue otra torpeza…, inevitable…, pero torpeza al fin y al cabo.
Por eso sé que en algún momento cometemos errores… y sobre todo TORPEZAS. Doy fe.





No es la tuya.

2 comentarios:

  1. Lo peor de todo esto es cuando después de la caída miras al suelo y ves que está intacto, !y es que el suelo es mu duro, coño!...y por muy grande que sea uno siempre sales perdiendo, !me está doliendo mi tripita solo de pensarlo!.

    Elmanchego

    ResponderEliminar
  2. "Has de saber amigo Sancho Perolo que cuando el cántaro da en la fuente o la fuente da en el cántaro siempre el mal lo lleva el cántaro".

    Visito tu página y veo pocas novedades, será cosa de la edad...
    Un saludo y ánimo con tus cosas. Jeromin-u

    ResponderEliminar