domingo, 9 de noviembre de 2008

JUSTITA

Justita la llamaba todo el mundo, Justa era su nombre, y en su vida no hubo nunca Justicia, vinieron de Ciudad Real, no recuerdo el nombre del pueblo, ¿acaso importa?, no, no hubo justicia, porque rodeada estuvo siempre de maldad y miseria, una miseria ancestral que le mana a uno de los huesos, una miseria que se adivina aunque esté envuelta de belleza, un destino escrito por mil veces sobre piedra dura, impasible al desgaste del viento y del polvo, su madre autoritaria gritaba sin cesar, nunca oyeron sus juveniles oídos palabras serenas y amorosas, acaso su madre a su vez sería lo que oyó de su madre y así en un cuento mil veces inacabado en una espiral maldita, el padre, hombre callado y con la resignación en el rostro, ahogadas sus penas en alcohol y trabajo de albañil, buscando una y otra vez el agotamiento físico en el tajo y el mental en el alcohol, alcohol que le hacía olvidar la pena que sintió al saber que el primogénito de su casta no sería nunca un digno representante de ella, el niño había nacido con graves deficiencias físicas y mentales y él a duras penas conseguía vivir engañándose con el adictivo liquido, por eso se había rendido a los gritos de su mujer y permanecía feliz mientras se oían los gritos de aquella mujer mil veces atormentada por la pena y la desgracia. Ni siquiera el nacimiento de aquella muchachita había conseguido levantar una vida que lánguidamente se apagaba.

Justita era de tez muy blanca, alabastro hecho carne, nieve cálida pues si era más blanca que la nieve no era fría como ella, poseía una mirada marcada por el desanimo pero viva y acogedora a la vez, vergonzosa, agachaba la mirada apenas notaba que la miraban y obedecía siempre que la voz firme de su madre se imponía por encima del deseado silencio, vagaba por el portal y por la calle siempre al abrigo de su hermano, manteniéndose siempre en un segundo plano, siempre callada, siempre pensativa…
Justita…, Justita era la última de cuatro hermanos, el primero necesitaba cuidados y atenciones a todas horas, el segundo un muchacho débil y sibilino había descubierto el mundo de las drogas y la rapiña y no había ninguna otra cosa que tuviera sitio en su cerebro dañado por la adicción, la tercera era inteligente, y su inteligencia la había llevado a la certeza de que el mundo era diferente fuera de las cuatro paredes de su casa, por eso mantenía un absoluto empeño en hacerse un mundo fuera de allí; y se alejaba de todo aquello que consideraba un lastre, y por ultimo estaba Justita…, pillada en tierra de nadie, envuelta entre las voces de su madre y los silencios de su padre no veía el camino que debía seguir y apenas empezó a caminar, el suelo desapareció de debajo de sus blancos pies…

¡Justita, mi Justita!, gritaba entre llantos, la voz femenina que a menudo profería insultos y desprecios. --¡Justita, ya te lo dije, que no vayas, que no vayas!—Pero Justita había ido, quizás dando un primer paso que hiciera evidente su rebeldía, Justita se armó de valor y rompió la autoridad materna, quizás el único dia en el que debía haber hecho caso de su madre.

¡Justita, mi niña!, gritaba la voz y a mis oídos llegaban sus lamentos, a través de paredes delgadas y finas como la línea que separa la vida de la muerte. ¡Justita, hija mia..!, ¿Acaso estas dormida?, pero Justita no dormía, su blanco rostro destacaba entre la madera oscura; la luz tenue de las velas producían sombras que se reflejaban en la blanca y fría pared, su tez blanca y cálida antes, ahora aparecía pálida y fría, como burlándose de aquella vida que no le dio, absolutamente nada...

Apareció por la puerta el novio de Justita, un joven apenas mayor que ella, con el brazo rígido de escayola, la cabeza vendada y un rictus serio intentando mantener la entereza, pero gimoteando al fin como lo que era, un niño. La madre de Justita interrumpió su balanceo, dejo de darse golpecitos en el pecho, donde debía estar su corazón atormentado y clavó sus ojos en aquel que se la llevo viva y se la devolvió muerta…

--¡Tú…, tú has tenido la culpa, os dije que no fuerais, que pintaba ella en un concierto…, tu me has quitado a mi niña, mira lo que has hecho…! Y mi padre, hizo salir al muchacho mientras se le clavaban las palabras en el alma,.
--Yo no pude hacer nada el coche se salió de la carretera, ella no llevaba el cinturón y salió despedida fuera del coche,…si pudiera me cambiaria por ella…!-- intentaba entre gimoteos justificarse, mientras mi padre le golpeaba en los hombros y le acompañaba a la puerta .
--¡Vamos es mejor que te vayas… ahora no lo va a entender!. Las vecinas intentaban callar aquella furia desatada, aquel torbellino de ira y solamente lo consiguió el hermano mayor de Justita que en un arranque de lucidez se acercó donde yacía su hermana y apenas pudo decir en su idioma propio el nombre de quien siempre le dio palabras de amor y cariño, palabras que ni siquiera su madre supo entender que existían: ¡Juztita, apa, amos a jugal! Decía su hermano sin entender porque permanecía allí tan quietecita…

Justita, murió hace veinticinco años, cuando ahora mis hijos me informan de que van a un concierto, mi corazón se acelera, mi pulso golpea más fuerte y mi mente recuerda los gritos de aquella madre clamando al cielo por su niña. Y ellos me miran contrariados por mis negativas por mis dudas por mis peticiones de explicaciones, ajenos al dolor que sentiría si les pasara algo, ajenos a la inmensa pena que ya sentí una vez, hace veinticinco años, cuando Justita se fue…

4 comentarios:

  1. La muerte de un hijo debe sin duda lo más duro a lo que nos podemos enfrentar, será motivo de una destrucción continua de la persona por dentro, seguramente seguirás viviendo...pero tus pies no tocarán el suelo nunca más.

    Gracias por el precioso relato, amigo.

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  2. Perolo, has coseguido estremecerme.Sé de muy cerca lo que significa la pérdida de un hijo. Una madre no debería conocer esa situación nunca, aunque el padre también sufre lo suyo, a una madre le arrancan un trozo de ella.

    Un saludo.

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  3. Gracias, a ti, manchego por tu visita... no sé si poner el repelucos II, si lo buscas un poco lo escuentras aquí.. la muerte de un hijo no está en el orden natural de las cosas...por eso debe afectar tanto.

    Hola Cerroja, me alegro de tu "vueltina", por aqui, aqui hay tela marinera para leer, espero que te diviertas...has leido lo que te puse de las migas en Campo Lugar, lo mismo ha pasado sin darte cuenta...ya voy cogiendo el hilo y creo que la que hace la comida, la composición, la limpieza y las afotos eres tú, que encima que seguro que comes poco... ¡Vamos una joya!, Pos yo creí que eras varón, ¡jate tú!,

    Bueno, Que tengais un buen dia, ambos dos, y gracias.

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  4. AMIGO PEROLO e leído tu articulo referido a JUSTITA y me han entrado ganas de llorar.
    Que pena que estas cosas tengan que pasar me parece un gran desatino, las MADRES pariendo con dolor los crían, compartiendo alegrías, lagrimas y al final nuevamente el dolor, el de la cruda realidad la muerte, que crudo tiene que ser, el ser MADRE y también PADRE, toda la vida, para que de golpe y porrazo pierdas de esa manera a una HIJA, en fin PEROLO,
    Me has dejado si ganas de hacer bromas te deseo un feliz día, en compañía de los tuyos un fuerte abrazo AMIGO si…eso

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