jueves, 26 de marzo de 2009

PESCANDO...PESCANDO...ESO PARECIA BLANDO


No me gusta pescar, y para saberlo es imprescindible haber ido alguna vez…y yo alguna vez si que he ido….pues eso…, no me gusta pescar. Más que un reproche hacia los que si les gusta pescar, es la constatación de un hecho…

A mi padre si que le gustaba…, preparaba el día antes, la miga de pan, esta debía ser una de las causas de mi despego a la pesca: ver el pan mojado y las manos en un revoltijo de migas me producía un rechazo melindroso. Mi padre trabajaba la miga amansándola con fruición con una atención extrema como si le fuera la vida en ello, de alguna forma si le iba la vida… la de los peces que capturaba…Luego, cuando veía acabada aquella pedazo bola que el día anterior había sido un estupendo pan candeal, me daba un “nosequequeseyo” y ya dejaba de apetecerme comer pan…afortunadamente se me pasaba enseguida (Más o menos como ahora…).

Le recuerdo preparando sus cosas…, cómo se ponía nervioso cuando me veía a mí enredar con las anzuelos, con los plomillos, y con las atractivas moscas de colores brillantes que se convertían en una trampa mortal para aquellos peces bobos que caían en el engaño. Me maravillaba la costera, una especie de cesta de alambre que se encogía de manera que quedaba plana y que por arte de magia se extendía, pudiendo contener en su interior el preciado tesoro de los peces,…produciendo en mí la misma admiración que si hubiera visto actuar al mejor de los magos.

Lo intentó, …intentó que me gustara, …pero yo era demasiado pamplinoso, le salí “muy de ciudad” y nunca pude ver qué tenia de atractivo aquella actividad, que consistía básicamente en dejar pasar el tiempo en espera de unos instantes de excitación en los que el premio a tanta paciencia era un pez revoltoso y besucón que no dejaba de dar bandazos con su cuerpo escamoso y resbaladizo;¡Demonios, que descripción!, casi parecida a cuando uno está en brazos de Cupido…, pero no mezclemos…

Un día nos llevó a los dos; lo normal es que yo ayudara en la compra y mi hermano pasara la mañana del sábado pescando…pero aquel día, fuimos los dos. Allí estábamos los tres, dos generaciones de una larga tradición de pescadores fluviales que se interrumpirían conmigo pues yo no veía en aquello atractivo alguno. Sentí algo en mi interior que me decía que la pesca no era cosa mía y como aquello en mi interior no admitía demora…, pregunté a mi padre, donde podía deshacerme de algo que me estorbaba en lo más intimo de mi misma persona, a lo cual me contestó no sin un poco de asombro por su parte, haciendo un circulo con su mano extendida y diciendo:

--Pues anda que no es grande este váter-- Entendí el mensaje, se fue al coche con cara de asombro como preguntándose que habría hecho él para que le saliéramos tan jodiamente así…; y volvió con el rollo de papel higiénico que siempre llevaba en el maletero…, siempre me había intrigado la razón de aquella excentricidad…llevar papel higiénico en un sitio donde no hay cuarto de baño…pero cosa curiosa …se me quedó grabado y aun hoy cada vez que estreno coche (lo cual ocurre cada dieciséis años…más o menos), lo primero que hago es poner en el maletero un rollo de papel…no hay nada como aprender en los huesos de uno…(En los huesos o…en los huesos de uno, si.)

Entre tropiezos y pasos titubeantes me puse en un sitio que me pareció resguardado de las miradas y del ataque furibundo de la naturaleza…o sea, moscas y demás seres vivos…los cuales para mí entender no permiten la necesaria tranquilidad de espíritu según que cosas se hayan de hacer…


Estaba yo con el ánimo en esos menesteres cuando apareció mi hermano, que para no dejar de decir lo conveniente es más pequeño que yo en tres años y venia con ganas de imitar al hermano mayor, quizás en cumplimiento de alguna ley divina que obliga a imitar a los mayores, por ahorrarse el debido aprendizaje.

--¡Ande vas?- dije gritando como si no fuera evidente viendo que venia con los pantalones bajados.

-- Es que me cago…-- Ya…, podría decirlo de otra manera…, pero faltaría a la verdad…pues es lo que dijo…realmente es un tipo sincero…Le hice sitio, trasladándome hacia un lado, con sumo cuidado, pues las plantitas y jaramagos acariciaban mi suave…mi suave…me puse a un lado, como si hiciera falta y allí no hubiera sitio para doscientos más con el mismo propósito, aunque su presencia no fuera deseada en absoluto…

En esas estábamos… y como quiera que mi hermano es más de campo que yo, pero al igual que este que les habla, tiene un culo “sensible”, tocase con la parte más suave de un niño alguna planta atrevida que quiso sumarse a la fiesta…, intentó buscar mejor sitio o al menos más estable, perdiendo la poca estabilidad que tenia y cayendo sobre su propio “regalo”… fue a poner la mano en el mío, en mi “regalo”, yo me acababa de incorporar y me disponía a donar mi “obra” al libre criterio de la madre naturaleza y de repente me vi en medio de aquel dilema, viendo a un niño llorón con el suave trasero albergando externamente lo que minutos antes albergaba internamente, es curioso que lo que más “regaño” le daba era lo que tenia en la mano, comprobándose para mi juicio aquello de que: ningun cagao se huele su mierda, pues lo que le molestaba era haber puesto la mano en ajeno despojo y no sentarse sobre el propio.

Era digno de ver el cuadro... mi padre puesto en pie, mientras sus dos vástagos venían el uno huyendo del otro uno con los pantalones a medio poner, uno, con un rollo de papel en la mano, trastabillando en un medio tan hostil (para mí) como es el campo; y el otro a su vez con los pantalones bajados y con la mano extendida como queriendo hacer más largo su brazo…pero sin conseguirlo…; parecía el hombre fantástico con el brazo más largo de lo normal, intentando alejar de sí mismo aquello que no era sino materia que hasta un instante antes , formaba parte de su hermano…aunque el no lo viera de esta forma y despreciara el cariño que debía a su hermano mayor…, en su descargo diré que yo habría reaccionado igual.

--¿Pero que pasa?-- preguntaba mi padre, mientras cogía a mi hermano de la mano “buena” y le acercaba a la orilla del río y le limpiaba la mano y el resto de su suave persona, yo observaba aquella maniobra con mezcla de asco y temor pues sabia que haber estado cerca no implicaba culpabilidad, salvo si se trataba de mi padre, que al instante confirmo mis sospechas diciendo:

-- Ya hablaremos en casa… ¿A ver por qué no puedes cuidar de tu hermano?—Mientras soltaba al canijo inestable y se abalanzaba sobre la caña en busca de un momento de excitación de esos que rara vez procura el paciente arte de la pesca…o el del conocimiento carnal que también pudiera ser….

3 comentarios:

  1. Yo meescohono! vaya cuadro! yo no se como a tu padre le quedaban ganas de ir de pesca!

    Muy bueno, Perolo, sigue así, contándonos estas historias tan sencillas y cachondas.

    Elmanchego

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  2. Muy buenas Manchego, gracias por leerme, me alegro que te diviertas, bandio.

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  3. Joder lo que me he podido reír....... no sé que voy a hacer cuando me eche en cara al jefe y me de la mano……
    Tío Calambres.

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