jueves, 13 de noviembre de 2008

LIGERA RESBALA GOTA QUE MIS DEDOS MATAN


Calzados mis pies con sandalias, mis calcañales algo resecos por el abuso de permanecer a la intemperie, con paso decidido pero cadencioso, se dirigen al centro del mundo, catedral en mínima expresión, templo donde los mundanos, hablamos de mundanales asuntos, buscando conexión con el mundo más allá de estúpidas noticias de relleno, más allá de medallas y más medallas. Entro despacio en la cueva, oscura sala que me brinda frescor y alivio a calores adquiridos en el tránsito por estas calles, por mi frente, ligera resbala gota que mis dedos matan, dentro de mi frente, gotas aparecen en tropel, decorando la botella fría que mi mente anticipa, cerveza es lo que dentro de mí, mi cuerpo ansia, ahora es lo que toca, ahora toca saciar la sed y para ello no hay mejor sitio que este espacio donde se oyen voces en tropel, golpecitos amables en hombros recios y peticiones impacientes hacia la sacerdotisa de este templo

--Buenas… ¿Tardes?. Titubeo al saludar
--Buenos días… ¿Qué va a ser? ¿Mahou?, ¿Águila?—Mientras, la señora busca en la nevera con prisas, supongo que para dejar de perder el tiempo con este mortal y dedicarlo a cosas más provechosas como por ejemplo picar tomate…
--Carlsberg, por favor.---
La señora, para por un momento su ir y venir y piensa por un instante en lo extraño de la petición, pero es un instante apenas perceptible pues inmediatamente se sumerge en la nevera, vestigio artificial de glaciares polares y surge orgullosa con la jodia botella verde, con mirada desafiante, sabedora ella de haber superado el reto. Mira a los ojos de este jodio antojadizo y sin decirlo pero a gritos, parece escupirme en la cara.
--¡Que!, ¿Te creías que no iba a ser?, pues hay la tienes,… ¡Caprichoso!

La dama espera paciente su venganza y cuando el antojadizo ( o sea, yo), coge su botella verde con deleite, con anticipado deleite y con fruición se lleva el orondo orificio, de la oronda botella verde, a su orondo cuerpo y empieza a deslizar el helado liquido dorado por sus labios, apenas mojada su boca la señora con voz clara y fuerte, interrumpiendo ese momento mágico le pregunta:
--¿Quiere vaso?—Mientras una leve sonrisa se dibuja en sus labios, a la vez que da un tajo al tomate de Pizarro que sin decir ni mu cae en dos mitades simétricas, una a cada lado de la afilada hoja. Se queda callada esperando respuesta, sabedora que la educación y la pregunta directa y servicial no puede quedar sin respuesta.

El antojadizo ( o sea “nada que ver con huesos” o sea, yo) con la botella verde entre los labios iniciado ya el postrer sacrificio, da un respingo mayúsculo y apunto esta de caerse del taburete (que bonita palabra Ta-bu-re-te, parece musica, perdón), se oye un ruido como de garganta quebrada, quebrado el trasiego del líquido elemento, el antojadizo, osado peticionario de botellas verdes, no puede reprimir su instinto educado y a una pregunta como esa ha de contestar inmediatamente mientras la señora sabedora de su poder disfruta de la interrupción y del respingo que él torpemente ejecuta.

--¡No!, no es necesario, gracias.—Sintiendo como una rotura en su garganta adquiriendo en todo su esplendor el significado de la palabra “gañote”, en el convulso movimiento se derrama preciado liquido, adquiriendo el antojadizo la certeza de que su capricho vengado queda. Es que no puedes beber como todo el mundo Águila, Mahou, no tú… tienes que ser especial y beber Carslberg , pues ahí tienes… la certeza de ser especial y preguntarte si quieres vaso cuando a todas luces se ve que no, pues te afanas en trasegarte la joia botella verde, prescindiendo de las dos manos por mor del justo decoro.

Después de este “toque” de atención, el antojadizo ( de nuevo, yo) que tonto no es (un poco si), piensa en lo bien que estaría acompañar a la extranjera verdosa con un pincho, pero como no se atreve a contrariar de nuevo a la sacerdotisa del templo le pregunta a otro antojadizo que bebe Heineken a su lado: --¿Es que aquí no ponen nada para pinchar?—Dicho esto con el suficiente esmero y descaradamente bajito para esconderlo de oídos indiscretos.
A lo que el segundo antojadizo responde:--¡Si, hay lo tienes!—
--¿El qué?—
--Para pinchar…—
--¿Tomate, pruebas de cerdo, patatas aliñadas…?
--No, para pinchar ahí tienes los palillos…-- Se puede ser más tontito, pero más gracioso, no, más gracioso, no.
Haciendo acopio de valor se dirige a la oficiante del servicio y con toda la dulzura del mundo.
--¿No tendrías un pinchito por ahí?, de comer…no para pinchar, ¿no sé si me explico?.Me aturrullo, temiendo otro ataque de gracia nativa.
--Pues no. No te explicas, pero te entiendo… --dice ella sibilina mientras pone tres calamares en un platito inoxidable.—Hay tenéis para los dos…
--No si yo no vengo con este de la Heineken..—Explico inútilmente pues ella sigue operando con estudiada destreza el Tomate de Pizarro, que de la UVI hoy no sale…
Tomo un calamar, el de la Heineken toma otro, y por un instante nos miramos los dos, pues nos asalta una de las dudas existenciales más rotundas que cabeza humana pueda tener en días estivales y es, ¿Quién se come el que queda?, miro a la malvada que creó la situación el tiempo justo para ver como el antojadizo de la Heineken se mete el tercer calamar mientras distraídamente pone atención al programa de letras que hay en la tele.
¡Maldita sea, me la han vuelto a pegar… si es que aquí hay que venir comio…!

4 comentarios:

  1. Con una descripción tan explícita no hace falta estar en el lugar de los hechos, sólo con leer lo que escribes ya lo estás viviendo.
    En cuanto a la camarera ¡mira que sois!. La mujer puso tres calamares porque quería unirse al grupo pero no le disteis tiempo.

    Saludos y a seguir bien.

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  2. Joer CERROJA, si ella tenia la bandeja entera, no es justo que nos quite uno, aunque a mi lo mismo me da que se lo coma uno u otro el caso es que yo me quedé sin él.

    Gracias, que tengas un buen dia y no limpies tanto...

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  3. Perolo, estoy intentando organizarme un blog, como lo consiga, te aseguro que te preparo una ración de calamares para ti solito. Eso sí, te la vas a tener que comer con los ojos, pero mejor, porque dicen que así no engordan ni sientan mal.

    Un saludo.

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  4. Muy buenas y recogidas tardes nos dé Dios. Después de una buena siesta de pijama y orinal como decía el bueno de Cela, todavía más "pallá" que pacá; me he dicho voy a visitir a Perolo a ver si se invita a un cafelito con leche y algo para mojar claro, que no está la enconomía pa muchos trotes, y la mía menos, si acaso. Aquí, en este pisito que te has alquilado y donde he leído muy buenos textos porque ya lo he dicho en alguna ocasión, que llevo más de dos años sin comprar un libro y sin leerlo no por falta de pempis sino, tal vez, de la bazofia que mayormente intentan colarnos a través del sentido de la vista a precio de Beluga (que los pobres ya sabemos distinguir entre el caviar y el sucedáneo de huevas de Merluza, nos ha jodido); que esto de la literatura se ha puesto como todo, incluído el cordero, que ayer lo miré y digo miré, porque así fue, lo miré de reojo en el mercado a 22 leuros el kilo. Ná es ná. Anda y que les den que mientras sigamos teniendo horno para asar un buen pollo de Alfajarín o un conejo de Moratalaz que se quite toda esta mandanga de engaños en los que se ha convertido el mercado. Nos ha jodido Mayo con tanta agua...
    Y te decía que, todavía con las legañas vespertinas puestas, que ya verás la noche de ánimas en pena que me espera (y eso que ya ha pasado la tontería del jalovín), que las tapas ya tampoco son lo que eran. y de un calamar, como el pobre es extensible a lo muelle y seguro que ya no es ni calamar sino aleación de gelatina de oreja y goma de borrar de las de milan de toda la vida, te sacan dos de albóndigas de Ávila y tres de callos, y así todo; y del IPC ya te he hablado, que te dicen que ha bajado tropecientos puntos y el agnello ahí lo tienes a 22 y en ascenso imparable. Pero España va bien; Ah, no, perdona el lapsus horribilis, que el del bigote ya se ha pirado el hombre y ahora da clases de solfeo a las niñas escolapias...
    Te he soltado todo este pestiño, que conste, porque el café que me has puesto es como el que bebemos en el pueblo: de sabor largo, profundo y embriagador capaz de hacerte cerrar los ojos de verdad, no como los que salen en la tele -capuccinos y tal - , con cuerpo y las madalenas de Campo Lugar bien empapadas en él y turgentes que, mientras las saboreas te olvidas de la diabetes, de todos los médicos del mundo y de las calorías que marca el envoltorio, y nos transportan al "neverland" del que nunca tuvimos que partir para volver a nuestras anodinas ocupaciones (sea este mi caso). Así que, amigo Perolo, solo decirte que leo tu blog regularmente y disfruto con tus escritos y con tu habilidad para dar brillo, para ensalzar esos sucesos que a la mayoría nos resultan desapercibidos. Este relato que has escrito me ha recordado mucho al primero que colgaste hace meses en el foro de Alcollarín y que hacía referencia al calor típico de la canícula extremeña, esa que nunca pasa desapercibida porque no sabemos donde meternos, si debajo de las piedras como los lagartos o de la ducha - cuando hay agua, claro está -
    Aquel día creo que fuí el primero en mandarte mi felicitación y ahora, aunque de los últimos, hago lo mismo. Es un lujo poderte leer.
    ¡Hasta la vista!

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