miércoles, 9 de julio de 2008

BAÑADOR DE MODA

Llegó el verano y con él los garbanzos en remojo, ignoro el motivo por el cual se nos mete en la sesera que cuando hace calor lo mejor es meterse en el agua, si de todos es sabido y en esto acudo a la cultura general y a la que dan los años, que el mejor sitio para estar en las tardes calurosas de verano es en El Corte Inglés, pues no hay nada más que fijarse en las ansias compradoras de los ociosos jubilados que no salen los pobres de los centros comerciales viendo pasar a unos “pa un lao y pa otro”.

Bueno, pues a falta de dinero y de “ande” gastarlo, la única opción es irse a la piscina, me puse mi “bañaor”, no sin dificultad, intenté ponerme, es más correcto, pues descubrí con remordimientos que el pan untado en el caldo de la caldereta (de cordero, por supuesto) engorda, el pan y yo con él, vamos que el pan se hincha y yo me hincho a pan, con lo cual nos hinchamos ambos dos.

Le comento a la que duerme a mi lado sobre lo efímero de la moda y la conveniencia de comprar otro “bañaor” pues este ya no está de moda y siendo como es extremeña, me la caza al vuelo por mucho que la avutarda sea animal protegido y me suelta, ¿Desde cuándo te ha importado la moda, si te tiras quince años con el mismo bañador, no será que tas puesto como un ceporro?, Y yo que no puedo guardarle un secreto a mi amada, no porque sea sincero sino porque vio que el bañador no me subía mas allá de medio muslo, le digo:-- Puede ser, quizás he cogido algunos gramos…-- ¿Algunos gramos?, ¿Pero tú te has visto?, ¿no serán quintales? (ella siempre tan exagerada) Recupero el bañador de hace dieciséis años, el de cuando estaba gordo y curiosamente me lo puedo poner pero también me cuesta y con eso llego a la conclusión que el espejo me deniega y es que estoy gordo.. Bueno me digo he de nadar y así adelgazare, pero “ande” voy con este cuerpo escultural, que de escultural tiene poco salvo que de él pueden salir varias esculturas de tamaño medianito.

Con mi bañador de última moda (de la ultima que se llevaba hace cinco lustros), llego a la piscina, --¡Chacho,…con la calor!-- ¿Por qué se convierte en femenino cuando queremos decir que es exagerado? Voy a dejar este terreno, que puede convertirse en pantanoso.
Me paseo por la piscina, sintiendo que las miradas se fijan en mí, puedo oír sus pensamientos: -- ¡Vaya pedazo de hombre!, ¡Como “tas” puesto a comer este invierno, zampón!, ¡un bañador como ese, tenía yo hace quince años!, ¡NO aguantes más la respiración que te “ajogas”!, Desgraciadamente no soy telepata (aunque meto mucho la pata, que me equivoco quiero decir, que yo por no meter no meto ni eso, ni la pata). No, no adivino el pensamiento, es Joaquín que me saluda con estos agradables comentarios desde el otro lado de la piscina, a veces quisiera que fuera desde otra dimensión pero no, es desde aquí, donde todo el mundo le puede oír, ahora sí que siento sus miradas y como hacen un juicio de valor y llegan al mismo veredicto que la avutarda: Condenado por ceporro.

Me dirijo con mi prestancia natural hacia donde Joaquín a duras penas conserva la compostura pues se está retorciendo de risa mientras da ligeras palmaditas en el suelo, mientras grita, ¡Ay, Ay, Ay! y entre un ¡Ay! y otro me señala con el dedo.

--Bueno, ya está bien como si no hubieras visto nunca un repentino cambio de peso, esto es de los nervios,…¡eso!, estoy grueso de los nervios—

Logra parar un poco y entre un golpe y otro en sus muslos consigue decir: --¿De los nervios?, pero si es lo único que dejas de los filetes, tragón. — Ja, ja,ja un cambio repentino, un cambio repentino jajá, ja.

Vale cualquiera se quita la camiseta, así es que extiendo la toalla en el trocito de césped que me corresponde y me tumbo para no dejar a la vista tanta humanidad, pasado el ataque de risa inicial, comienza otro cuando ve que mi toalla es de la promoción de Múnich 72 de nada vale decir que era del ajuar, y que estuvo guardada durante años. ¡Vaya tarde que se está pasando el cenutrio a mi costa!.

¿No te vas a dar crema solar?—me pregunta el muy ladino, como ve que no le contestó pues me temo alguna “hilaridad conceptual” de las suyas insiste y lo suelta—Porque vas a tener que poner un par de aspersores para repartir la crema por ese pedazo cuerpo.

¡Cállate, cabezón y ponte mas para la derecha que con el cabezón que tienes no hace falta sombrilla ni árbol ni nada!—Intento el contraataque.

Bueno, ¿te vas a meter en el agua? Mira que ahí metido se te ve menos, claro si logras hundirte con ese flotador que llevas además del paracaídas que llevas como bañador.

--Joer este mamón tira con bala—Me estaba preguntando, querido Joaquín, ¿si has traído gafas para bucear?

--Si, las ultimas de la marca Speedo no como tu bañador, ¿Habrase visto?—Me responde cayendo de lleno en mi red. —Que digo yo que te las tendrás que sujetar al pedazo cabeza que tienes, con un cinturón, porque con la gomilla que suelen traer no va a ser suficiente. También te las podrías sujetar con un par de clavos, total no tienes que tener corteza en ese bidón… (Bidón como recipiente contenedor de diferentes materias, no como vida grande y gozosa).

--Anda, vamos al agua. —me dice como contemporizando, pero a mí no me engaña. —Cuando te metas, hazlo con cuidado, no vaya a rebosar el agua.
¡Vale, tendré cuidado pero tu no bucees a la vez que si metes el cabezón inundas el verde! –Hay que ver que aprecio nos tenemos.
Nos metemos los dos en el agua, Joaquín haciendo ruidos como de admiración porque el agua esta fría, parece un caballo con dolor de menisco, no le falta na mas que relinchar. Le pregunto. ¿Dicen que es bueno echarse un poco de agua por la cabeza para habituar el cuerpo al cambio de temperatura, ¿Te traigo un cubo? –Jajá, se ríe sin convencimiento. —Metete a lo ancho de la piscina que por lo largo no vas a poder, hombrón (Hombre grande y hermosos, no uno del par de dos que se distribuyen a cada lado de la cabeza si son de tamaño grande).
¡Qué paz, que tranquilidad¡, se respira en el agua flotando con las gafitas puestas, viendo pasar lentamente las nubes, las voces de los traviesillos niños se difuminan en un fondo lejano, si no fuera porque no puedo dormir sin almohada seguro que me echaba una siesta de campeonato. De repente noto como una fuerza sobrenatural, una energía venida desde el fondo de la tierra me eleva y hace que pierda la concentración en mis bonitas nubes, trago agua como para recuperar el nivel del mar perdido por los deshielos de los polos y cuando me recompongo veo a Joaquín salir del fondo con el pelo seco (para que se le moje “toda” la cabeza ha de estar un par de minutos sumergido).
¡Uahhhh, tenias que ver que pedazo bomba he hecho.!—Me grita al oído.
¡Lástima que me la perdí, algún día te la pondré en el asiento del váter para que lo sientas, bien de cerca, cabezón!.—Mientras, llego al borde de la piscina tosiendo y con las gafitas alrededor del cuello.

1 comentario:

  1. ¡Si es que lo quieres tó chacho!
    ¿A quien se le ocurre ponerse morao comiendo cordero y aluego ponerse rojo en la piscina. Porque claro, con ese cuerpazo tan extenso que Dios y el cordero te han dado pa ponerte moreno necesitas 6 veranos y una hormigonera de crema solar, pa ponértela con una pala.
    Que yo sepa, dios lo que dijo fue: “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”¿Tú que te piensas? ¿Qué también quita los quilos?
    Pero vamos, que tampoco te preocupes tanto, que tó tié remedio. Cómprate un bañador de esos estilo pre-mamá que los hay mu discretos y baraticos y te bañas de noche cuando Joaquín esté en el limbo. Y pa que no te toque más los… reglajes de tu amplia zona de flotación, le regalas un capazo con visera.

    Si hicieras como yo, quiero decir que como yo solo productos de hoja caduca porque son sanos, no caducan, y mantienen un cuerpo de escultura de David y los bañadores los tengo que ir retirando porque se me caen, para reemplazarlos por otros una talla menos y si me pongo morao no es de la porquería esa corderil que tanto estropea la epidermis, sino por la visión de ese montón de toallas que se me arremolinan alrededor, bueno, más que por la toallas, por lo hay encima de ellas con mu poquita ropa, tan poquita tan poquita, que casi no llevan ná. ¡Y eso alimenta Chacho…..! ¡Cuarenta veces más que el cordero!

    Dios: Perdónales porque no saben lo que hacen, son como niños. Y qué le vamos a hacer? Que coman lo que quieran, que también Joaquín tié derecho a unas risas.

    Anda figura, un abrazo.
    Lo de figura lo digo sin recochineo, no vayamos ahora a joer la marrana.

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