domingo, 8 de junio de 2008

ALMENDRAS CON CHISPA

En esta sucesión de acontecimientos irrelevantes e inconexos voy a relatar un hecho que me ocurrió sin ir más lejos ayer, que cosa más curiosa que a partir del momento de escribir este texto, aunque pasen cien años, seguirán pensando que me refiero al ayer de las personas que me leen y no al ayer de mi misma persona, como se ponen algunas veces las cabezas, ¡cielos!.

Ayer, me dirigía a un centro comercial de esta gran ciudad donde vivo, para realizar la poco importante actividad consistente en recoger un pantalón de la que duerme a mi lado al que le habían reducido las perneras no solo sin hacerle descuento por el material incautado sino cobrándole encima tres euros cincuenta por ejercer de censura textil, o sea cortar con la tijera, pasé por un parque a las afueras, poco transitado y donde hay un circuito al aire libre con máquinas y aparatos para satisfacer las ansias de auto tortura de algunas mentes” enfermizas”(con lo dañino que es, el deporte) y se me ocurrió que llevando en el maletero un saco de almendrucos, cicateros y celosos de su contenido y además un martillo brillante y con el mango de acero, no era cuestión de irme sin liberar algunas almendras de su cautiverio y hacerlas pasar a mejor vida en un paraíso no muy lejano que estaba cerca de allí y que no era sino mi dulce y grácil figura en cuerpo mortal.

Busqué un lugar, libre de miradas indiscretas y después de vagar o vaguear que también vale, por la zona llegué a la base de un cartel publicitario enorme que tenía en pleno esplendor la cabellera rojo cobrizo de una espectacular pelirroja, (lógicamente), allí había un cuadro eléctrico, al que monté, cual si fuera jinete intrépido y atrevido de un leve saltito, pasados unos minutos y más o menos por la duodécima almendra liberada, me dio por pensar que curiosa montura tenia debajo de mí, y empecé a dar los martillazos en las almendras con mas dulzura y comedimiento, asaltándome la duda sobre lo conveniente de dar martillazos en un armario eléctrico que una mirada más atenta y escrutadora me hizo descubrir cables pelados por todos sitios, me bajé sigilosamente de mi cabalgadura no fuera que decidiese darme una coz en forma de descarga eléctrica y cuando hube recogido todos mis bártulos y mis almendra liberadas y cautivas e instalado entre dos piedras vigilantes y sin carga ni positiva ni negativa, y por supuesto sin alterna (ni de copas ni de nada), me dio por reír.

Y es que me imaginé cual debería ser el texto puesto en un atestado municipal, explicando que habían encontrado a un tipo (esbelto y agraciado), con un exceso de chispa subido en un armario eléctrico con un martillo de acero y rodeado de palomitas de almendra y almendrucos desafiantes y retadores guardando su contenido incólume y a salvo de devoradores de frutos secos naturales.

2 comentarios:

  1. Pues menos mal que te dió por cabalgar el armario eléctrico y no aquella cabellera cobriza mientras le arreabas martillazos a la castaña, perdón a la pelirroja, bueno, quiero decir a la almendra, perdón, dije bien, a la pelirroja, a esa cabellera que vista desde lejos por la autoridad competente siendo aporreada por un martillo movido por una mano (la tuya, y tras la foto delatora del gendarme de turno, sin salir en la foto el cuerpo que en teoría debía estar pegado a la cabellera, a ver cómo hubieras explicado que tras aquella melena pelirroja, no había una idem, de infarto a la que estabas peinando.

    Pero no, tú tan campechano como siempre, vas y cabalgas a lomos de potro indomable sin darte cuenta que podías haber sido el precursor de una nueva moda de peinado que iría acompañada de una cosmética facial moderna y friki a la vez.
    ¡Qué inconscieente Dios mío!
    ¡No cambiarás nunca!

    Y bien, la próxima vez, al menos, a ver si invitas a los amigos, que al que más y al que menos (yo de los que más), también nos gustan las peladas, me refiero a las almendras claro, que yo pensaba que lo único que no compartías era el cordero, pero ahora me cercioro que tampoco las almendras, y a saber cuantas cosas más, que ya nos vamos conociendo.
    Lo de cobrarte por la censura tejana, lo encuentro lógico, piensa que a lo mejor, a la portadora de la tijera también le gustan las almendras peladas y claro si tú no eres capaz de invitar a nadie, habrá que comprarlas ¿no?, ¡amos digo yo! Y al precio que va la almendra, pues oye, date con un canto en los dientes si solo te cobraron no llegó a cuatro euros.

    Y pa que veas la diferencia, yo en estos momentos estoy partiendo leña y no me importa compartirla con los amigos.
    ¿Le apetecen a usted Sr. Perolo unos tronquitos para su cordero a la barbacoa? Lo de que me invite usted al festín corderil, ya ni se me pasa por la mente.

    Que las musas le sigan acompañando maestro.

    Un anónimo de nombre Pedro

    ResponderEliminar
  2. JOer Pedro, me rio mas con tus contestaciones que haciendo mis monstruosas obras, el peinado sin peine, al champú de 380 voltios con estilo trifasico no me vá con el color de la piel si no debe ser edificante que te da algo, al menos un calambrazo de estos bestiales debe dejarte mas moreno que el mando de la tele.

    Bueno alguna almendra puedo compartir pero te las partes tu que mis dedos te lo agradeceran, como puede ser que le de mas martillazos a mis propios dedos que a las almendras, Me cagoento.

    ResponderEliminar