viernes, 13 de junio de 2008

ENCERRONA

Sentada aquí delante de esta pantalla me siento feliz, desde hace mucho tiempo no me sentía de esta manera, mis hijos, mi marido, mi vida… todo ha ido tan rápido que de repente me encuentro ante el espejo a una desconocida, pasaron los tiempos de esplendor, de nerviosismo, pasaron y atrás quedaron, muy atrás (Vale, no tan atrás), pero ahora en la belleza serena, en el reposo maduro de mi vida una nueva inquietud me devuelve momentos felices, nervios de adolescente, inquietud apremiante por saber que dicen, como sienten otros, desconocidos pero cercanos, lejanos en la distancia, con vidas diferentes a la mía, con secretos ocultos y ocultos los míos.

Qué gran invento este que me pone en contacto con personas hasta ahora desconocidas, que sensación la de tener un sitio al que acudir a buscar palabras de ánimo y apoyo que me ayuden a ver de nuevo rayitos de sol en mis días nublados, bonita sensación la de contribuir a que alguien se sienta por momentos feliz, cuesta tan poco, cuesta tan poco que me distraigo, no pienso en otra cosa que en lo que me dijo mi amiga, será cierto. . . como se pueden ver las cosas de una manera tan diferente a como las veía antes, esto me hace sentir bien a menudo me sorprendo pensando si esto o aquello me servirá para mis conversaciones, analizo cada cosa que pasa por mis ojos con una visión diferente, filtrando las cosas importantes y agradables que pueda compartir con otros, doy tan poco y a cambio recibo tanto, que me siento feliz…

Que paz, que sosiego, aquí delante de esta pantalla, en la biblioteca; pues en mi casa los bichos cibernéticos se distraen y me atascan una y otra vez la maquinaria celestial que hace que comparta con los demás cosas de mi interior que apenas puedo describir. Aquí parecido a una inmensa catedral, con un silencio respetuoso, se me pasa el tiempo, disfruto de estos momentos de paz y sosiego y no reparo en nada ni nadie. . . Por cierto, se hizo de noche y no oigo a nadie, demonios no veo a nadie. ¡Oiga!, ¿hay alguien? ¡Ay que susto!, ¿Porque suena esa sirena?, Creo que he sido yo al intentar abrir la puerta, la gente por la acera se paran a mirar, ya entiendo, nadie reparó en que estaba con la maquinita y me han dejado dentro, ¡Qué vergüenza. . .!Todo el mundo mirando y hasta la policía ha venido, con las luces puestas y las sirenas zumbando, demonios que apuro, pero vaya por lo menos gracias a esto del foro tengo algo nuevo y diferente me voy a relajar y a disfrutar que no todos los días me pasan cosas tan emocionantes.

--No, no me dí cuenta, muchas gracias majetes, y perdonadme que es que tiene una tantas cosas en la cabeza. (Como se rie el ¡Bandido este de la gorra. . .!)---

1 comentario:

  1. Aquí el de la gorra:

    Sí sí, me reía, vale, me reía porque aquella buena moza todavía con el ratón (el del ordenata), cogido con la mano, seguía haciéndolo girar por el aire (superficie imaginaria), mientras seguía buscando la pantalla del monitor. Pero les aseguro que en el fondo a mí no me hacía ninguna gracia.

    Y claro, entiendo que a ustedes sí les parezca gracioso, pero si estuvieran de guardia en la comisaría teniendo como compañera a una dulce dama con argumentos suficientes para descolgar el teléfono, porque la noche prometía, pues oigan, eso es como si aciertas una de 14 y tu señora lavó la camisa y los 14 se fueron por el desague.

    Era rubia de ojos verde aceituna, o así me lo parecía a mí si es que no era el reflejo e mi ser. Y hombre, no digo yo que fuera a hacer diana 14 veces, pero bueno, me conformaba con el reintegro.
    Pero ná, mi gozo en un pozo.

    Así que majetes y majetas internautasestelares, a ver si no tocamos tanto las narices, (cambiese narices por teclas) y a ver si atendemos más a la parienta o al pariente, y dejamos las bibliotecas pa leer, cada cosa pa lo suyo, que mientras fue solo biblioteca, aquí naide se quedó encerrao.
    Además a mí con lo que me pagan, solo me faltaba que ahora se ponga eso de moda y me prive de mis buenas horas de sueño, o de lo que se tercie, que eso a nadie le importa.
    ¡¡Cachi en diena! ¡Vaya nochecica!
    Yo que ya me frotaba las manos....
    La próxima noche descuelgo el teléfono y ca cual allá se las componga.
    ¡Mardito roedore!

    Un abrazo así de grande como...

    Firma un anónimo llamado Pedro.

    ResponderEliminar