martes, 13 de mayo de 2008

CONFIANZA MUTUA

Entramos los dos en el ascensor del que a partir de ahora será nuestro hogar, cogidos de la mano, acaricio sus cabellos y ella me acaricia la mejilla y saltando graciosamente me da un besito fugaz en los labios, ¿Se puede ser más feliz?, nos costó mucho llegar hasta aquí, renunciamos a muchas cosas por unir nuestras vidas, sorteamos innumerables obstáculos, hicimos frente a dificultades extremas y hoy nos disponemos por fin a compartir el resto de nuestras vidas, este camino no nos lleva a nuestro destino gratuitamente, en el dejamos grandes dosis de paciencia y confianza mutua, ella confió ciegamente en mí, yo no la defraudé, pusimos bienes gananciales a pesar de haber puesto yo dos veces más en el piso que ella, el coche nuevo esta a su nombre a pesar de que el contrato con la financiera este puesto al mío, los muebles y electrodomésticos los pagué yo y el amor de mi vida me evitó el tedioso trabajo de elegirlos, pues ella tiene un don natural que hace que elija siempre de lo bueno lo mejor y de lo mejor lo superior, compartimos todo, bueno la plaza de garaje la usa ella y también está incluida en mi préstamo hipotecario, pero. . .¿ acaso se puede ser más feliz?, el amor es compartir, y yo en esta vida que hoy comenzamos, lo único que deseo es dar sin recibir, la confianza extrema en la que afortunadamente vivimos nos hace encarar el futuro con alegría y fe.

--¡Sube, cariño, entra en el ascensor, vida mía! –le digo sin pensar en que será lo que me cambió la vida hasta este extremo, yo, que no decía ¡Buenos días! ni aunque me fuera la vida en ello.

--Sabes, estoy orgullosa de ti, me demostraste que la confianza que los dos tenemos será difícilmente rota por cualquier cosa y esto amor mío no cambiará jamás. – Me dice mientras me aprieta la mano con su cuidada manita.

--Claro, mi amor—Corroboro.

--¡Uy!, tienes algo en la nariz, es un pelito, déjame amor mío que te lo quite.-

--No, corazón, no te molestes. . .

--No es ninguna molestia, ¿acaso no confías en mi habilidad para quitártelo?, sabes que estudie esteticienne y esto de quitar puntitos negros, espinillas y vello me vuelve loca.

-- Que no, bobita. . .—Y antes que de que me dé cuenta me agarra del cuello y me baja la cabeza un poco, y con cuidado extremo engancha el pelito, . . . que en vez de pelito debía ser un cable de acero, porque juro que ella tiró con todas sus fuerzas, hasta el punto de agacharme aun más la cabeza. Surgen de mis ojos unos lagrimones como melones franceses, (que son amarillos y pequeños para ser melones pero que pueden dar idea de cómo eran las lágrimas)-- ¡Ay, corazón ¡--, alcanzo a decir mientras aspiro profundamente por la nariz.

--¡Oy, que tontorrón!, ¿te emocionas?, no seas bobo, yo siempre voy a cuidarte, al fin y al cabo estamos enamorados. . ., pero. . .pero si no conseguí quitarte el pelito, espera que ahora no fallo. – Me dice mientras me echa las manos al cuello.

--¡No, no, no!—grito en mi desesperación--¡Los pelitos de la nariz ya me los quito yo, ostias!

Ella me mira sorprendida abre sus ojos y cierra su boca escondiendo sus labios y deja de ponerse de puntillas, mientras lee el cartel del ascensor y yo siento que aquí comienza el declive de nuestra confianza mutua.

¿Quién lo iba a decir?. . .

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