miércoles, 7 de mayo de 2008

NIÑOS JAPONESES HARTOS DE MANTECADOS

Mi interés por las películas de miedo, ha sido siempre muy escaso, bueno en realidad ninguno, debió ser en mi más tierna infancia, que cualquier cosa que me hiciera pasar desasosiego, se incrustaba en mi cerebro, haciendo que aquello no volviera a tener un lugar en él, aunque dicho sea de paso, el sitio que hay (en mi cerebro)es muy poco.

El caso es que sea por Dracula ó Frankenstein, o por los dos cogiditos de la mano; cualquier cosa que tuviera, por mínimo que fuera, un tufo a miedo, yo la descartaba y pasaba de ello, tanto es así, que ahora siendo ya un madurito resultón,. . . resulton-to, bueno depende de la distancia que se me mire, el resultado mejora de manera directamente proporcional a la distancia desde la que se hace, cuanto más distancia, mas mejoro, hasta el punto que si no se me ve, podría pasar por guapo, ejem, ejem (son toses).

Siendo yo producto de la década de los sesenta, y habiendo crecido con todo tipo de fobias y traumas infantiles me encuentro hoy día, que todavía persisten algunas y de hecho otras se han acentuado, pero esa es otra historia, el caso es que cayó en mis manos una película de miedo, y como quiera que yo no estaba dispuesto a pasar un rato desagradable la descarté, pero pasados unos días, y no teniendo nada mejor que hacer, me encontré de pronto metiendo el disco en el divx, me senté animado por el hecho de que la película fuera japonesa y hablarán tanto de ella que me había picado el gusanillo.

Me visioné toda la película a las tantas de la noche y estando el resto de mi numerosa familia en un placentero y reparador sueño. El caso es que en este lado de la carretera estaba yo solo, porque los demás estaban donde suelen ir las personas que no tienen otra cosa mejor que hacer, y van y se duermen. Después de hacer un acopio de valor decidí reunirme con el resto de almas e irme a la cama, hice lo que la mayoría hace en estas ocasiones, que nunca he sabido porque pero me parece una contradicción, mear y beber agua, no sin auto convencerme de que los niños japoneses con la cara blanca, los ojos coloraos y asomados detrás de la puerta de un armario, no existen, son fruto de la imaginación calenturienta de alguna mente enferma, pensé que los ojo rojos eran causados por el revelado defectuoso de la película y la blancura del niño, debería ser por la ingesta excesiva de mantecados y por ultimo lo de asomarse a la puerta de un armario, seria por las dudas evidentes de la inclinación sexual de dicho japonesito. . .; del japonesito aficionado a esconderse en armarios vacios, el caso es que en esas andaba yo, convenciéndome de lo estéril de mi preocupación, cuando a oscuras por no despertar a la "bella durmiente", me descalcé y puse el pantalón en su sitio, cuando me dirigí a la cama, sin dejar de pensar en el japonés devorador de mantecados, puse mis posaderas en la cama y automáticamente escuche una voz de ultratumba que me decía: --¡ Has apagado el ordenador !--.

No puedo describir el momento aquel porque aun hoy, pasados un par de años, se me eriza la piel y los pelos me crecen, pero lo intentaré. El caso es que dí un grito y desperté al resto de "bellitos y bellitas durmientes", dando un salto enorme y asombroso por tener yo olvidada dicha facultad(la de saltar) , estuve a punto de agarrarme a las cortinas pero un arrebato de inusitado raciocinio me dije que aquello no era buena idea y que "la bella durmiente" enfurecida, sería peor que un ejercito de japoneses con serias dudas sobre lo conveniente o no de salir del armario, caras blancas y ojos rojos ; después de que viera el resultado de semejante acción, así es que recobré el aliento como pude e intenté tranquilizar al resto de adormilados componentes de la familia, en realidad el que necesitaba tranquilidad era yo, pero en fin, siguieron todos con lo suyo y yo me metí en la cama, intentado contener la risa nerviosa y preguntándome a quien carajo le importa si el ordenador estaba apagado o no.

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