miércoles, 7 de mayo de 2008

MEADA O MI HADA (las dos cosas valen)

- - Tengo ganas de mear, mama tengo ganas de mear - -
- -¡Ay que niño este!, tan grandote y todavia a las faldas de su madre. Mira, ve allí, en el hueco entre esas dos casas en obra y hechas una meadita, a ver si mi grandullón sabe hacer pipí, el solo.--

Espoleado por esta arenga, que dudaba de mi solidez como meador compulsivo, me dije que aquello no podía quedar así y que dejaría el pabellón muy alto, además, me estaba meando ¡Qué demonios!. Con pasos titubeantes, por mi edad y por los cascotes que rodeaban aquellas construcciones, que no habrían pasado un mínimo control de un técnico en prevención de riesgos laborales me dirigí al hueco existente entre los dos edificios en obra, y con mano inexperta pude sacar "la cosita", que parecía el cuello de un cantaor flamenco, a punto de estallar(mi cosita), ya sé que el cuello de un cantaor flamenco no estalla, o, si?, el caso es que saqué la cosita y me di cuenta demasiado tarde de que la bragueta no estaba lo suficientemente bajada para lo que la operación requería, pero empecé la micción (hay que ver que fino me pongo algunas veces), la cuestión es que noté como una humedad calentorra entre las piernas a la vez que un alivio en el cuello del cantaor flamenco, comprendí al momento lo incompatible de las dos sensaciones, y la imposibilidad de renunciar a ninguna de ellas, así es que continué sintiendo las dos, aunque con un incipiente asco a medida que mi apremio disminuía.

De repente, en la oscuridad, divisé un par de puntos brillantes, que de vez en cuando se apagaban , y a la vez oí ruidos entre los dos edificios que apenas si estaban separados por cuarenta cm, el uno del otro, entonces entre tinieblas "vi" llegar un "peazo" (bueno, no lo vi, más bien lo intuí), un "peazo" de gato negro, como si fuera un misil viniendo hacia mí, pasó como una exhalación entre mis piernas mojadas, secándome algo de las "lluvias otoñales" que adornaban mi entrepierna (en realidad las dos piernas), luego me dio por pensar como olería el jodio gato después de secarme las piernas, pero eso fue luego. . .

Mientras el gato negro pasaba raudo y veloz entre mis piernas (esto no tiene doble sentido, es tal cual, literal, literal, literal), mientras pasaba entre la piernas, noté como su cola golpeaba con la mía, y como por arte de una "varita mágica"(la del mago, la mía, ni era mágica, ni nada), por arte de magia, dejaba de miccionar, perdón una vez perdida la compostura,¿ que mas da?, dejaba de mear, a pesar que el diminuto monzón que estaba organizando aun tenía un ratito de existencia, pero se interrumpió de repente a la vez que di un grito, como si el peazo gato negro del diablo se hubiera llevado con él, el cuello de ... (mi cosita), dejemos el flamenco que si no los Belgas se enfadan ?????.

Salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo, trastabillando entre los cascotes, con las calzonas, las piernas y los calcetines empapados, y gritando ¡mama, mama! sin que ésta supiera apreciar mi repentino ataque de cariño y me asestara dos "collejas sustitutas"(yo las llamo así porque son de las que dan susto), como se puso total porque no demostré lo bien que mea un grandullón, como ella decía. Lastima de "meada", ¡vale! y lástima de "mi hada", la pobre, lo que pasó hasta que aprendí a hacerlo bien

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