jueves, 29 de mayo de 2008

CUANDO ERA NIÑA

Cuando era niña me gustaba pasar mucho tiempo con mi abuelo, en realidad no me gustaba , lo que ocurría es que el hombre debido a su edad apenas veía y mi madre me otorgó el bonito encargo de cuidar de él mientras pasaba las "tardes- noches “al fresco de la sombra, quizás era él, quien cuidaba de mí, no sé, la cuestión es que pasábamos mucho tiempo juntos y como todas las personas teníamos nuestras discrepancias que en numerosas ocasiones acababan frente a mi madre, haciendo mi abuelo de "acusica" y "chivatillo" sin ningún tipo de pudor ni recato, cosa que a mí me causaba asombro pues aquella actitud se la atribuía a niños, y por lo general a niños más pequeños que yo, un día después de cenar y teniendo como postre unas hermosas uvas me dedique a echarle cerca los pellejillos, pues siempre fui muy señoritinga, el motivo de tan execrable acción, no era otro que habiendo pedido yo a mi abuelo un pequeño detalle en forma de monedas el muy tacaño me había mandado que se lo pidiera a mi madre, pues el tenia muy poca, muy poca voluntad. Como quiera que hacía calor las moscas acudían por cientos y se cebaban con mi abuelo Víctor, Vítor decíamos todos, aunque el remarcaba en cualquier ocasión que su nombre era con "c" , al cabo de un rato aquello era insoportable y hasta yo, que le guardaba rencor empecé a sentir cierta misericordia, la cual se me pasó enseguida porque empezó a llamar a mi madre como un poseso, y "poseso" vi claro que aquello acabaría mal, mi madre acudió a la llamada de aquel anciano gritón, total porque cientos de moscas no le dejaban en paz, y mi corazonada se cumplió cuando mi madre vio los restos de uva y el festín que se estaban dando las moscas(con mi abuelo). Es increíble como con un leve movimiento de su mano izquierda consiguió espantar todas las moscas incluida yo, que me metí en casa con un repentino quemazón en la nuca, producto de la mano de espantar moscas, la mano izquierda de mi madre.

No es porque yo lo diga pero aún se me da bien cantar, por entonces era un primor cantando las canciones de "Joselito" y de "Marisol" y ahora las de Merche las dejo mejor que "dignas", pero echo de menos aquel público incondicional que era mi abuelo, al que dedique no pocos conciertos en vivo y en directo, por entonces yo era la única cosa que alegraba la triste vida de mi abuelo pues era oírme cantar y su corazón se alegraba pero el mío era duro como el pedernal y hasta que no conseguía arrancarle alguna monedilla, la que no se arrancaba era yo, menciono ahora un detalle que es primordial para el entendimiento de los acontecimientos que a continuación paso a relatarles y no es otro que el hecho de que mi abuelo era aficionado a un liquido elemento y que era de color rojo, rojo tinto, como el vino, vino tinto, que si, era un catador de vinos excelente, pero a veces le fallaban las matemáticas y lo que en un principio iban a ser dos vinos se multiplicaban y luego conseguían dividir las facultades de mi abuelo, no siendo una ni dos las veces que alguna "amable" vecina había puesto en conocimiento de mi madre el empeño de mi abuelo en demostrar que el gracias a Dios, tenía dinero para pagar sus "debilidades" y que no debía nada a nadie y que podía caminar con la cabeza muy alta, pero con paso dudosamente titubeante, por los efectos del rojo elemento, el caso es que mi abuelo había criado una más que acusada fobia a la palabra "borracho" y había que tener las "cosas" muy bien puestas para siquiera introducir la palabra en una frase, aunque fuera de una forma accidental, pues se podía producir un "accidente" como de hecho se produjo. La cuestión es que aquel día mi admirado público me pedía una y otra vez un bis de ésta o de aquella canción, y como que quiera que yo vi que mi abuelo se lo estaba pasando muy bien, puesto que acompañaba mis trinos con unos acordes de guitarra arrancados a la garrota recia y fuerte que siempre le acompañaba, decidí ejercer de manager y pedir mis justos emolumentos, y ahí empezó un tira y afloja que acabo con un "tira".

Yo le hice ver a mi abuelo mis justas reivindicaciones, pero el nada, peor que todas las patronales juntas, no cedió ni un ápice, y yo empecé a enfadarme y como por entonces estaban de moda algunas canciones que hoy no serian políticamente correctas, pero que entonces no paraban de decir "chevecha" y "bodacho" una y otra vez, pues yo hicé un potpurrí de ellas, y mi abuelo fue transformando su bonita guitarra en un magnifico boomerang, mientras yo cantaba y me alejaba como la que no quiere la cosa y me puse detrás de la parra del patio, que daba magnificas uvas como ya mencioné antes, y además paraba los golpes que era un primor, porque mi abuelo al oír tanto mis dedicatorias se volvió hacia donde yo estaba y lanzó la garrota, por ver si mis bellas canciones paraban, asestando un estacazo a la parra, y haciéndola arrojar algunas hojas e incluso uvas, el caso es que yo me fui de puntillas a hacer mis deberes, esperando que mi abuelo se calmara y no ejerciera de "acusica". Me equivoqué.

1 comentario:

  1. Pos ya es raro que tú te equivocaras.
    Y me atrevería a decir tras tus diestros regates a la parra, tus acompasadas canciones continuaron si bien, con diferentes instrumentos musicales. La guitarra garrotera me temo que se convirtió en unos platillos manopleros que mamá hizo sonar con gran estruendo al chocar ambos en tu presiosa carita cantarina.
    ¿Cuando aprenderás que todos los abuelos fueron picadores allá en la mina? Y claro luego son todos unos picajosos.

    Y apuesto a que encima te quedaste sin esas perrillas pa comprar chuches. jejeje.

    Un anónimo de nombre Pedro

    ¡Eres genial Perolo, me sumo a la solicitud de Rakel para esa subvención de sobras merecida.

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