domingo, 18 de mayo de 2008

RELATO BREVE, SOBRE MI BREVE INCURSIÓN EN EL MUNDO DEL "JURBOL"

Yo, al contrario de muchos muchachos de mi edad, digamos que once, quizás doce, no me veía atraído en forma alguna por las excelencias del bello deporte llamado futbol, nunca tuve balón por qué no tuve necesidad de él, tenía el convencimiento que nadie jugaría conmigo, convencimiento adquirido en algún tiempo dedicado al estudio y a la observación, ¡vale digamos la verdad! cuando se repartían los muchachos para hacer los equipos, yo siempre quedaba el ultimo, solo cuando no quedaba nadie algún capitán, hacia la obra de caridad y pedía que fuera en su equipo. No digan que ya será para menos, si hasta llegaron a coger a algunas chicas del barrio antes que a mí, esto para un chico de once años de mi generación es solo comparable a tener que aprovechar las bragas de tu hermana mayor, ¡Ojo! esto no es que me pasara a mí, ¡eh!, en algún sitio lo habré oído comentar (eran otros tiempos). No había que recurrir a ningún estudio ni ninguna observación para saber que yo era el torpe, torpe jugando al futbol.(con otras cosas no, por ejemplo con la cuchara)

Mi relación con el futbol desde siempre fue digamos que... poco fructífera, nunca marcaba goles, siempre estaba en el sitio equivocado, nadie me pasaba el balón, los de mi equipo solo reparaban en mi cuando jugaba de portero y era porque me marcaban más goles que a ninguno, Reparaban en mi mísera existencia en contadas ocasiones, en las raras veces que conseguía tener el balón entre mis piernas más de dos segundos, siempre la mandaba lejos...muy lejos..., no me digan que les voy a tener que explicar que era lejos; bien, lejos era a la terraza de la vecina borde que estaba harta de que por enésima vez en un día subiera el feino de las orejas grandes a por la pelota, lejos era a la casa ya abandonada que nos daba un miedo cercano a la sobrenatural, lejos era la cercanía de la carretera, por las consecuencias lógicas que te podría traer que tu madre te viera rodeado de aquel tráfico y con una pelota en la mano, en fin espero haber dejado claro que cuando alguien tenga una idea aproximada de lo que es mandar una pelota lejos, tenga la certeza que yo la mandaba aun más y por supuesto peor.

El caso es que en el raro caso en que yo tenía una pelota, se debía a que algún alma caritativa me la había cedido amablemente, con el honroso objetivo de deshacerse de mí por un breve o largo periodo de tiempo (depende cuanto de lejos mandara la pelota), para poder jugar a otra cosa y que yo les dejara en paz.

El día de autos... no lo de los coches será otro día. El día en que todo ocurrió auuuuuuuuuu lobo hombre en París, es que me sale la banda sonora de mi vida y. . . El día en que el desencadenante de mi fobia al futbol se manifestó con toda su crudeza, hacia frio, pero frio, eso es poco... más frio, éramos muy pocos quizás cuatro o cinco por equipo a mí me habían elegido por mediación de mi primo que por aquel entonces era dos años mayor que yo (ahora sigue siendo dos años mayor que yo, después del tiempo pasado, ¡Inexplicable!, cosas de la mecánica cuántica) era dos años mayor que yo, y me habría extrañado que mostrara ese interés en que yo jugara , si yo no supiera que mi madre le había sobornado con una libra de chocolate pagadera en varios plazos, si hacía que yo fuera aceptado por aquella masa de hinchas en tamaño reducido que era los amigos del barrio. La cuestión es que estaba jugando al futbol en el equipo de mi primo y que hacía frio,...mucho frio..., Después de un rato de desarrollar la rara habilidad por la cual cuando yo iba a un sitio del campo el balón se iba al lado contrario, a poco que los demás hubieran observado un poco les bastaría un cerebro minúsculo para comprender que si yo estaba en un sitio, ¡Joder, con irse al lado contrario acabaría por llegarles el balón!.

La cuestión es que yo en un arranque de osadía, avance tanto, que me coloque en las cercanías de la portería contraria, no sin antes preguntarme como no se daban cuenta de que si yo estaba allí, el balón no se acercaría, en esas estaba, deambulando por el campo como un alma en pena que no encuentra el camino de regreso a casa, cuando un griterío enfervorizado hizo que reparara donde estaba, justo. . . en el momento de girarme para ver de donde provenía aquel ruido ensordecedor. . .justo en el momento de comprender que aquello era debido a mi causa. . .justo. . . justo. . .en toa la cara me dio el balonazo.

Si antes deambulaba perdido imagínense como andaba yo en aquel momento, con la cara ardiendo a pesar de las bajas temperaturas, con un pitido ensordecedor dentro de la oreja derecha, la más grande, ¡No, soy feo pero las dos orejas las tengo iguales, ¡Faltaría más!. De repente se acerca mi primo con las otras bestias, ¡Bien, Bien primo has marcado un gol!; intentando abrazase a mí para celebrar con júbilo el p. . . gol. Dirán ustedes que soy un desagradecido y que debía agradecer las muestras de júbilo por el primer y único gol de mi vida, pero comprenderán ustedes que yo no compartiera su alegría, y me alejara de allí frotándome la cara en un intento de minimizar el leve tintineo que empezaba a aparecer en el ojo derecho, no sin antes manifestarles que me olvidaran, que mi etapa como futbolista había terminado, al igual que la de mi primo como comedor de chocolate.

1 comentario:

  1. Que no Perolo, que no se nos puede dejar sin datos. Ya lo decía un periodista deportivo polémico donde los haya: ¡Ojo al dato! Pero nada, tú a lo tuyo, a tu aire, y el que no entienda que vaya a la escuela. Es que no dejas claro cuanto de lejos había que ir a buscar el balón. Decir escuetamente "lejos" o "cerca", pues oye, comprenderás que con eso no es suficiente.
    No se puede escribir solo pa inteligentes.

    Anda que tu madre también, solo le faltó darle una libra de chocolate a tu primo para verte vestido de "jurgolista". Y es que madres no hay más que una. ¡Lo que no haga una madre por su hijo….!

    Lo de marcar o no marcar goles, pues hombre, depende de con quien te compares y lo que te paguen, que si tenemos en cuenta los 100 euros ¡qué cabra! Ronaldiño, quiero decir que cobra, al año y los goles que ha marcado, te mereces que te hagan un monumento en la plaza mayor del pueblo con una inscripción que dijera:
    "ÉRASE UNA VEZ, UN JURGOLISTA GOLEADOR CON UN BALÓN PEGADO A LA CARA, GRACIAS A UNA MADRE ORGULLOSA Y A UNA CHOCOLATINA"

    Si te sirve de consuelo, yo marqué dos, pero me los anularon porque decían que una vez acabado el partido ya con los jurgolistas en el vestuario, si alguien se quedaba en el campo ensayando tiros sin portero, esos goles no subían al marcador. ¡Cogía cada cabreo!

    Eso sí, mi madre era mu probe, tan probe tan probe, que jamás probé el chocolate. A veces los amigos me dejaban tocarlo, y luego cuando nadie me veía, me chupaba los dedos. ¡Dios, aquellos dedos sabían a gloria! ¡No me los lavaba en una semana!

    Saludicos campeón

    Pedro

    PD. Tengo que entrar como anónimo porque hace ya tanto tiempo…., que ya no recuerdo mi contraseña y no encuentro la opción de poderla cambiar.

    ResponderEliminar