jueves, 15 de mayo de 2008

REPELUCO

ORIGENES DE MI REPELUCO A LOS ANIMALES

Señoras... Señores... Me complace compartir con ustedes, algunas reflexiones sobre cómo he llegado a ser tan crítico en el trato con los animales vivos, porque que con los animales sin vida, por descontado después de haber sido convenientemente aderezados, me llevo bien... muy bien me atrevería a decir. El caso es que soy consciente de lo extraño que resulta que siendo éste un foro, eminentemente rural, alguien confiese abiertamente que la naturaleza le da repeluco, ese es mi caso, tengo grabado a fuego en la mente un miedo ancestral a cualquier cosa que tenga patas y pueda tener un comportamiento hostil hacia mí, no es necesario que lo manifieste, simplemente con que a mí me lo parezca, me basta.

El primer episodio de esta mi reflexión, tuvo lugar cuando tenía yo la tierna edad de dos o tres años, por avatares de la vida tuve conciencia de mi existencia cuando me vi rodeado de gallinas, hasta aquel momento no tengo ningún recuerdo que sea digno de mención, el caso es que rodeado de gallinas, y con un trozo de pan en la mano, empecé a sentir una inquietud, que poco a poco fue a más y se convirtió abiertamente en pánico, de repente una voz, que yo creo era de mi madre me gritó: ¡ Pero, échales el pan !, ya les he dicho alguna vez de mi capacidad para asociar ideas, pero este aciago día, debía estar todavía en ciernes, y no había sido desarrollada, convenientemente por mi cabeza, la cuestión es que yo no asociaba pan con gallinas, ni gallinas con pan, y por eso no comprendía aquel desusado interés que demostraban las gallinas por mí, y porque cuanto más corría, más gallinas aparecían de todos lados, las consecuencias de esta circunstancia, fue mi miedo a las gallinas, aunque sea en la olla , para dar caldo. Y mi absoluto convencimiento de que las gallinas son unos animales similares a los pingüinos, el día que me enteré que les encendían una luz y ellas ponían un huevo confirmé mi teoría; ¿Se puede ser más... pingüino?

El repeluco que me producen los animales vivos, lógicamente no se circunscribe solo a las gallinas. Recuerdo vagamente (no porque yo no quiera hacer trabajar mi memoria, si no porque no lo recuerdo bien).Recuerdo vagamente decía; la visita en un pueblo, era una visita con mi madre a una señora mayor, de negro porque por entonces se llevaba mucho, no como ahora que hasta que no lo ponga de moda Tommy Hilfiger, los jóvenes no son capaces de ponérselo, bien la señora he de decir en su descargo que era muy amable, demasiado amable para mi ansiedad e inquietud; que iban creciendo de manera exponencial al tiempo que pasábamos allí, -¡Coge una perrunilla, bonito!-, decía, mientras me acariciaba la barbilla, la señora en cuestión tenía un olor, digamos que "peculiar" he de decir en reconocimiento a su amabilidad, que antes los niños nos lavábamos una vez a la semana, y las personas mayores una vez al año, aunque no les hiciera falta.

De repente, apareció otro actor en la comedia de mi vida, y este fue un gato negro que se paseaba muy chulo él por toda la estancia, paseaba entre las sillas, paseaba por debajo de la mesa, paseaba entre mis piernas. . ., yo creo que consciente de la inquietud que imprimía a mi estabilidad emocional. La señora frotando los dedos en dirección al chulo aquel, decía: ¡Mira llámale, mssssss, msssss, !, y va el chulo y le hace caso, viene hacia nosotros y se sienta a mi lado, ¿Acaso tengo pan?, animal, ¡gallina que pareces una gallina! , ¡si no he cogido ni las perrunillas! me decía yo solo; incapaz de entender porque aquel contoneador de caderas, y ojos brillantes, había decidido compartir mi sitio en la silla y asociando como en el caso de las gallinas que los animales se acercaban cuando tenía pan, el caso es que la inquietud que me produjo este episodio, marcó también mi relación con los animales, de tal manera que años más tarde no podía entender como el policía Matute, se podía llevar bien, con aquellos impresentables encabezados por Don Gato.

Agradezco enormemente, cualquier muestra de comprensión ante este fenómeno y comprenderán algunos como, yo, crecí carente de la necesidad de subirme a los árboles para ver el milagro de la vida, que sin duda a mí me habría aportado grandes dosis de inquietud. Si les divierten estas pinceladas de franca sinceridad otro día les hago llegar más episodios de una infancia que ya se me antoja lejana, por más que los más cercanos a mí, no dejen de decirme que soy un p... crio.

Debo dejar claro que este es un pequeño relato que no coincide plenamente con la realidad y que yo ya tengo superado este pánico a los animales, y que ya no necesito cruzarme de acera cuando veo un perro. (¿A quién crees que engañas, cagón, más que cagón?).

1 comentario:

  1. Hola Perolo:
    Con tu permiso, o sin él, nadie me lo impidió, estuve dando un paseo por este tu libro que dejas abierto a quien libremente, sin cuota alguna de pago, tenga la curiosidad de ojear alguna o todas sus hojas.

    Ante todo vaya por delante mi felicitación por ofrecernos parte de tus dotes literarias sin ánimo lucrativo. En este mundo en que pronto se tendrá que pagar un canon hasta por respirar, se agradecen los actos de generosidad.

    He leído alguno de tus posts y me he quedado gratamente sorprendido; tienes un ingenio especial, una narrativa ágil, dominio de la lengua y mucha imaginación en la descripción de paisajes y personajes. Y un ingrediente muy importante que no todos pueden aportar, es ese fino sentido del humor que si prescindimos de él, estamos perdidos y dejándonos la sensación de que al menú le falta sabor.

    Y nada hombre, no te preocupes, si alguna vez nos encontráramos, trataré de no emular a nuestro querido Paco Martínez Soria, llevando bajo el brazo una gallina, o una canastilla con un siamés recién adquirido y con hambre. Y si se tercia degustar unas perronillas, ya buscaremos un lugar donde no haya ningún tipo de cuadrúpedo merodeando.

    Yo también empecé un blog, pero a falta de tiempo para dedicarle, lo tengo abandonado. Quizá cuando el trabajo deje paso al ocio, sea hora de retomar los hobbys aparcados.

    Te seguiré leyendo Perolo, tu blog me ha encantado por su sencillez, su contenido y sus temas. Para causar buena impresión no hace falta tanta parafernalia como a veces nos encontramos por este mundo de dios que han dado en llamar Internet.
    Saludicos.
    Pedro

    ResponderEliminar